Duramadre

Esta es la historia de El Viejo y su nieta, Lorena. Una historia llena de culpa, remordimientos, soledad, incomunicación y redención.
El Viejo, ha pasado gran parte de su vida en mala compañía y ahora que un cáncer se ha instalado en su cuerpo, es cuando siente que tiene un último trabajo, devolver un poco de paz al mundo.
Lorena se ha instalado en Madrid para cuidar de su abuelo enfermo y quizás para huir de Sevilla y de lo malo que allí ocurrió. Su hermano Daniel hace tiempo que desapareció, aunque ella ha buscado una manera de que su recuerdo siga vivo dentro de su cabeza, en forma de tulpa.
El Diablo, es todo lo que está mal en este mundo. Un asesino en serie que ya ha matado a tres chicas en Madrid.

La historia de estos tres se verá salpicada de constantes viajes al pasado, donde el autor nos irá desgranando poco a poco, los pensamientos y los hechos que han propiciado que cada uno de los personajes arrastren grandes dosis de culpabilidad.
También se entremezclan capítulos en los que el autor divaga en el mundo de lo onírico, dando gran cantidad de información sobre la tulpamancia y el proceso mental que supone esta práctica, que me ha resultado atrayente pero en algunos casos quizás muy repetitiva.
He tenido la sensación que quizás le sobren páginas al libro sobre esta cuestión y soy consciente de que esta parte es la que más pesadez puede causar mientras estás leyendo la obra.
También hay mucha cultura japonesa ya que Lorena es fan de los mangas, muchas de las referencias no las entendí por no ser consumidora de este género. Además hay guiños a Friends y a otras series y películas.
El final me ha gustado muchísimo, pero quizás me ha parecido demasiado precipitado, me ha dado la sensación que el autor se ha extendido con cosas que no tenía porqué extenderse y sin embargo finiquita la historia en un par de páginas. Destacaría al Viejo como el gran protagonista y mi favorito.

Me ha ocurrido en muchas ocasiones que me quedo paralizado ante algún problema cotidiano cuya solución no va más allá de tocar una puerta. Situaciones absurdas que oscurecen tu capacidad de raciocinio, que te obligan a combatir con el peor de los horrores al que algún día te enfrentarás, a ti mismo. Hay algo en tu cabeza que te atenaza, que te paraliza, que te invita a adoptar una postura de confort en la que desaparecen cada una de las preocupaciones. Y pronto, sin que apenas te hayas dado cuenta acabas preso de un miedo que te impide seguir adelante..
La historia que nos cuenta Victor Sellés en Duramadre habla de esos miedos y de la manera de intentar afrontarlos. Nos los cuenta planteándonos un enfrentamiento generacional entre dos desconocidos que, aun perteneciendo a la misma familia, apenas se han mirado a los ojos. Lorena y El viejo, abuelo y nieta, son dos personas que solo tienen en común un pasado que está arrasado por fantasmas y al que se muestran incapaces de afrontar. Más allá de eso se sienten extraños y fuera de lugar en una sociedad que está llena de ilusiones rotas, amistades pasajeras y sentimientos arraigados de culpa.
Con la fragilidad de esos personajes Victor Sellés nos invita a descubrir una novela en la que se esconden tanto el misterio que atenaza a sus protagonistas como la aparición de una serie de personajes o entidades cuya trama completa el puzzle. Y lo hace dejando en manos del lector las variadas interpretaciones que ejercen esos personajes a lo largo de la trama.
Y es que los acontecimientos que van sucediendo a lo largo de las páginas poseen la ambigüedad necesaria para que te plantees de si lo que estás leyendo es real o, por el contrario, no dejan de ser la personificación de todos los traumas a los que los protagonistas se tienen que enfrentar. Eso lo decide cada uno y supone uno de los grandes aciertos de una novela que claramente invita a una relectura para completar todas los salidas posibles.
Por el contrario, el uso reiterado de elementos habituales de la cultura pop, que en cierto modo definen a cada uno de los personajes, terminan por distraer la atención del tormento por el que pasan estos dos extraños. No terminé de simpatizar con ellas, apartaban mi vista hacia esas referencias alejándome de la tensión que disfrutaba hasta ese momento y me parecieron excesivas. Pero es un detalle menor que no deteriora el conjunto de una obra en la que las emociones llevan el peso.
Lo curioso de Duramandre es el modo que nos propone el autor de enfrentarse a todos esos traumas internos que atenazan a sus personajes. Nos invita a adentrarnos en un mundo en el que lo onírico, y sus pesadillas, pueden materializarse, con todo lo que eso puede suponer en la realidad que conocemos. Tanto Lorena como El viejo lo harán de maneras distintas, pero en ambas ocasiones se puede palpar el dolor de los personajes en esos combates.
En definitiva, Duramadre es una novela que nos habla de unos personajes que arrastran unas emociones tan dolorosas que les impiden seguir adelante. Pequeñas bolas de nieve que arrastrarán una avalancha de silencio que necesita encontrar, al fin, su eco.

Se me hace difícil reseñar este libro porque hay una gran parte de él con la que no he conectado y que no he entendido. El autor nos presenta la historia de Lorena, una joven cuyo hermano ha desaparecido y que se ve obligada a cuidar a su abuelo con el que apenas mantenía relación debido a un cáncer.

Sin embargo, el escritor empieza a divagar con unos temas espirituales y extraños que me han resultado incomprensibles. No entiendo por qué están en la historia, quizá sea porque no llego a entender el significado oculto pero considero que hay bastante paja para rellenar.

Quienes hayan disfrutado de la novela puede que apelen a la metáfora de la historia o cualquier otro argumento que haya escapado a mi entendimiento, pero desde luego que para mi no ha sido una lectura demasiado agradable. No me gusta tener la sensación de que las cosas no tienen mucho sentido.

Por otra parte, resaltar que la historia del Viejo, el abuelo de la joven, sí que me ha resultado interesante, quizá si la novela hubiese explorado más este campo y a este personaje hubiera resultado más atractiva.

No sé realmente qué conclusión sacar de esta lectura, diría que es de esas historias que no gusta a todo el mundo, o conectas o no y en mi caso ha sido lo segundo.

Distintas religiones y creencias místicas sostienen que los pensamientos, una vez formados, se convierten en una entidad real e independiente del pensador. El budismo tibetano defiende la existencia de los Tulpas, seres autónomos creados conscientemente y que habitan en el cerebro de quienes les dieron “vida”. No se trata de un juego. No son marionetas. Son, insistimos, entes autónomos (no necesariamente con forma humana), dotados de su propia personalidad.
Estas convicciones no deberían sorprendernos. ¿No es nuestra mente la que decide lo que es real y lo que no, la que separa lo existente de lo quimérico? El cerebro nos guía. Tras años de entrenamiento (o condicionamiento) nos dice qué hacer y qué no hacer, y no sólo en cuestiones físicas o biológicas. También nos pauta sobre conceptos tan abstractos o subjetivos como el bien o el mal. Dota a esas ideas, por tanto, del grado de realidad. Determina por nosotros, incluso, si existe Dios.

¿Estamos seguros de que el cerebro es un órgano “director y clasificador”, y no creador? Si esas religiones que comentábamos al principio están en lo cierto, Dios existe para nosotros desde el mismo momento en que tenemos ese pensamiento. Entonces, ¿Dónde viven Él y el diablo? ¿En el cielo y el infierno, o en el interior de nuestro cráneo, justo debajo de la duramadre?

El abuelo de Lorena tiene cáncer. Se está muriendo. Son prácticamente desconocidos el uno para el otro, pero ella, obedeciendo a su madre, viaja de Sevilla a Madrid para cuidarlo. La joven está al principio de su vida, y el anciano al final. Sus mundos son totalmente diferentes y lo único que los une es el sentimiento de culpa por aquello que los separó: la muerte del pequeño Daniel.
El hombre, de pasado turbio, parece obsesionado con las desapariciones de unas jóvenes de la edad de su nieta. Desea que regrese a su casa o, si no lo hace, ser capaz de protegerla. Si consigue lo segundo, tal vez pueda purgar todas las malas acciones de su pasado y, sobre todo, compensarla por el hermano que la arrebató.

Duramadre es una novela negra en tono y estructura. El realismo que el autor imprime a cada página, el tono íntimo que emplea para hablarnos de los personajes, y el detalle con el que nos describe sus vidas y sentimientos, hacen la sensación de que lo importante es el duelo entre un antiguo sicario y el demonio, no nos abandone hasta el final. Y decimos demonio y no asesino porque es el lector quien debe decidir si el responsable de las muertes, en un verano tan caluroso que hace pensar en las llamas del infierno, es una cosa o la otra.

Con capítulos cortos, saltando entre pasado y presente, y compaginando los puntos de vista de los dos personajes principales, la historia engancha de principio a fin. Elementos fantásticos y escenas aterradoras se van incorporando inadvertidamente a la trama hasta invadirlo todo, pero la maestría de Víctor Sellés hibridando géneros hace que sea prácticamente imposible decidir qué es real y qué no. Estamos ante una novela que habla del poder destructivo de la culpa y de la capacidad sanadora de la mente. de la importancia de los sueños y de las segundas oportunidades. de que siempre hay un lugar donde encontrar a los seres queridos que perdimos, pero también desde el que podrían volver aquellos a los que dañamos.

El diablo no tiene por qué ser un ser excepcional. Podría ser cualquiera. Y tan nocivo es el mal que ejerce quien lo disfruta, como el que desempeñan aquellos que, siendo conscientes de sus actos, saben que algún día tendrán que pagar un precio. Pero seréis vosotros, si leéis esta novela, quienes tendréis que decidir si alguien en esta historia merece perdón.
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Es un libro que me ha decepcionado, creo que el autor quiere filosofar tanto que pierde totalmente la trama principal. O no era mi libro y no lo he entendido ( que también puede ser...)
La historia del Viejo, de Lorena y del Diablo me ha gustado pero la parte onírica... me ha sobrado

En esta historia nos encontramos con dos personajes, Lorena y su abuelo, dos personajes que tienen en común el sufrimiento, la tristeza y la culpa por la desaparición de Daniel, hermano y nieto de ellos. También El Viejo tiene un pasado oscuro, que destruyó a su familia y cuya pesada carga tratará de redimir intentado dar caza al responsable de los asesinatos que asolan la ciudad.

Una historia compleja pero ágil donde el mundo onírico tendrá un gran protagonismo. Una trama interesante y original en la que aparte de la parte de intriga por los asesinatos nos adentra en profundidad en los personajes y nos arrastra por su pasado, sus miedos, sus culpas. Una historia que juega con el lector y debido al mundo de los sueños, en muchos momentos nos hará dudar de la realidad.

Creo que quizás en una primera leída no he sido capaz de entender del todo ciertas cosas pero creo que será un libro que disfrutaré mucho releyendo en un futuro próximo e intentando descifrar lo que he podido pasar por alto esta vez.

En definitiva, un libro super recomendado.

Empezaré diciendo que este libro no fue para mi.

La novela está "dividida" en tres partes relacionadas con sus personajes, Lorena, el Viejo y el diablo.

Lorena va a cuidar de su abuelo enfermo a Madrid desde Sevilla y allí se encuentra con un grupo de amigos que la inician en una psique relacionada con la tulpamancia. El Viejo nos lleva en un viaje en el tiempo a la Sevilla del 92, una ciudad de luces y sombras, como las de él, y a su vez hay un asesino en serie suelto al que llaman el diablo.

Los personajes y la historia está bien narrada pero no fue para mi porque no me metí en la historia, y al no meterme y parecerme lento y tedioso había cosas que no llegué a entender, es más, gracias a que lo leí en lectura conjunta pude comprender más cosas con sus opiniones y directamente ellas me explicaron cosas que yo no llegué a captar. Lo que no quiere decir que para nada esté mal escrita, pero creo que puede dirigirse a un público más reducido con más interés en temas psicológicos y filosóficos poco conocidos.

El autor también nos nombra durante la novela y hace similitudes con series y cómics de los que suponemos es fan, y para el público de ellas igual también les resulta interesantes.

A mi la historia que más interés me creaba era la del viejo, al ser novela negra pura y estar ambientada en Sevilla y esa época del 92, con su Expo (soy sevillana) que tanto bien hizo a la ciudad pero que a la vez ha dejado un espacio sombrío que la ciudad no es capaz de llenar.

Tras leer Lengua de Pájaros quedé fascinada por el autor y tras ver que publicaba esta obra sabía que tenía que leerla. 

En esta historia descubriremos a Lorena,
que viajará hasta Madrid para cuidar de su abuelo, un personaje con un oscuro pasado que rompió por completo su familia.  Ambos intentarán en sueños lúcidos reinventar a Daniel, (hermano de Lorena) quien desapareció y buscarán la manera, en un mundo onírico de mantenerlo con vida. 

Es una novela negra totalmente atípica, mezclada con una trama sobrenatural. Donde estarán los personajes en un límite entre lo real y lo ficticio.

Aunque la historia está muy bien y se lee enseguida,  la trama me ha resultado un poco más compleja de lo que esperaba,  por lo que tuve que bajar el ritmo de la lectura y llevarlo a cabo despacio para poder comprender muchos puntos de la historia.  
En esta historia veremos mucho el tema de la venganza y el remordimiento. 

Iremos viendo como Lorena en sus sueños lúcidos no parará de rememorar escenas de su  vida, que no sabrá si realmente la vivió. 

Una historia que te recomiendo si te gustan las historias paranormales que te mantienen atrapada durante todas sus líneas. 

No se muy bien como definir este libro. Lo empecé a leer pensado que era un thriller pero se convirtió en una mezcla rara de mitología japonesa y filosofía, difícil seguir y comprender. Desvaría sobre temas muy diversos y estrambóticos, extraterrestres, vidas paralelas, espíritus, dioses y viajes dentro de uno mismo. Durante más de la mitad del libro no entendía donde quería ir a parar.
Sin embargo, la historia en sí, es bastante buena. El relato del Viejo y de un asesino en serie que ya ha secuestrado a tres chicas en la ciudad, es un tema muy interesante y está muy bien argumentado. Pero la historia de Lorena, nieta del Viejo, aunque tiene partes muy interesantes y contribuye a crear más actividad dentro a la novela, me ha costado mucho seguirla ya que divagaba demasiado.
No obstante, el final ha sido bastante sorprendente, ha conseguido recuperar buena parte de mi atención y ha logrado que terminara la lectura con un buen sabor de boca.

La caracterización de los protagonistas está muy definida, permitiendo al lector conocerlos en profundidad. Hay algunos personajes, sin embargo, que parecen centrarse en un mundo onírico que no es fácil comprender.

El autor emplea un lenguaje sencillo y capítulos cortos en los que alternamos la historia de los dos personajes principales. Además, se expresa con un estilo que apunta a una situación peligrosa y dramática, de forma que se vuelve adictivo.

Es cierto que no he logrado comprender de todo ese mundo onírico en el que se mueven algunos personajes. Sin embargo, ha logrado (con muchísimo éxito) crear un Madrid vestido con sensación de peligro y con historias turbias.

Desde el principio, este estilo que posee Víctor que apunta al peligro, me atrapó por completo. He disfrutado de esta historia que se lee de forma tan ágil y que resulta tan adictiva. Sin embargo, no me ha terminado de convencer esa otra parte de los sueños que he comentado.