Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados
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Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados
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Un relato es una carta que el autor se escribe a sí mismo para contarse cosas que de otro modo no podría averiguar.
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Hablar es de necios; callar es de cobardes; escuchar es de sabios.
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La mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual, bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo, obedece por contra al dictado de su aparato genital o digestivo.
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Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro.
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La gente que no tiene vida siempre se tiene que meter en la de los demás.
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El mal presupone una determinación moral, intención y cierto pensamiento. El imbécil o cafre no se para a pensar ni a razonar.
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Con el tiempo verá que lo que cuenta a veces no es lo que se da, sino lo que se cede.
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El modo más eficaz de hacer inofensivos a los pobres es enseñarles a querer imitar a los ricos.
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El dinero es como cualquier otro virus: una vez pudre el alma del que lo alberga, parte en busca de sangre fresca.
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¿Quién es autor del libro?