El actor

Como lo sugiere la serie a la que pertenece (Escuela de Misterios), el leer este libro se asemeja a la experiencia de asistir a toda una semana de clases en una escuela de enseñanzas.

Con un lenguaje sencillo, el autor se mete en el papel de maestro para, a lo largo de cinco capítulos, a los que él se referirá como días y titulará de acuerdo a los temas que en ellos tratará, instruirnos a nosotros, los lectores, en el arte de ser buenos actores en el escenario que es esta vida.

Así, entonces, en primer lugar tendremos un capítulo destinado al “Día de orientación”, en el cual nos va a platicar un poco acerca de lo que vamos a hallar en la obra y en el que nos vamos a enterar del tono y del carácter pedagógico de la misma.

Seguidamente vamos a toparnos con el día uno, dedicado a “El artista”. Aquí Ruíz nos va a explicar cómo es que todas las personas nos convertimos en actores, desde muy temprana edad, así como la necesidad de que tomemos conciencia de esta realidad para desenvolvernos de forma espontánea, auténtica y original en la vida, aun estando obligados a interpretar los papeles que nos corresponde encarnar aquí.

La obra continúa con el apartado de “El lenguaje”, que nos mostrará que no solo es importante cuidar de nuestras palabras, sino también de nuestros silencios, expresiones faciales y corporales, y posturas.

El tercer día estará dedicado a “La interpretación” y, por consiguiente, en ella veremos cómo es que debemos de actuar sin ser excesivamente dramáticos y superficiales; es decir, cómo mostrar lo que realmente sentimos y pensamos.

En “El escenario”, el cuarto capítulo, vamos a vislumbrar cómo es que el mundo entero es nuestro teatro y cómo las personas que nos rodean son nuestros espejos que, aunque pueden servirnos de utilidad, si nos reflejan con respeto y amor, siempre nos ofrecerán imágenes distorsionadas de nosotros mismos, que, no obstante, nos asistirán en la tarea de descubrir cómo somos de verdad.

Por último, tendremos el capítulo en el que “Cae el telón”, y en él repasaremos un poco lo aprendido, para más tarde decirnos que aunque podemos mejorar y aprender, siempre seremos alumnos en la escuela de la vida.

En resumen, este libro es muy necesario y muy claro, y nos dice muchas cosas que debemos interiorizar para que nuestras vidas mejoren. A mí me gustó un montón, creo que me será de mucha utilidad y, por ende, lo recomiendo a ojo cerrado.

Si tengo que definir o calificar este maravilloso libro, el segundo que tengo la oportunidad de leer del autor- el primero, como han de suponer, fue “Los cuatro acuerdos”- he de decir que es iluminador, entretenido, práctico y conciso; y ya les explicaré por qué.

Es un texto iluminador porque, pese a presentarnos ideas que, a simple vista podrían parecernos obvias, en realidad son verdades que, como estamos tan acostumbrados a dar por sentadas, ya ni siquiera nos molestamos en tomar en cuenta en nuestro diario vivir, razón por la cual es magnífico y esclarecedor verlas plasmadas en un papel, para recordarlas y reflexionar respecto a lo que estas suponen.

Es una obra entretenida por la forma en la que está concebida: como un cursillo para alumnos sedientos de conocimiento por la vida. La manera en la que se plantea y se divide, evoca esos primeros días que todos tuvimos como estudiantes de colegio o universidad, y nos transforma en lectores activos de cada enseñanza. Nos hace creer que somos aprendices sentados un aula de clase, instruidos por el muy bien preparado profesor, que es el autor.

Es un libro práctico, porque continuamente nos está ofreciendo ejercicios para llevar a cabo, ya sea mientras leemos, o cuando terminamos de hacerlo. Así, entonces, encontramos tareas que van desde imaginar cómo reaccionaríamos en el caso hipotético de que llegáramos a ser espectadores de un accidente de tren, hasta el escribir nuestra propia historia para identificar qué clase de actores somos en nuestra película particular. Estos ejercicios no buscan otra cosa que llevarnos a interiorizar las valiosas enseñanzas que el autor nos da o nos hace recordar.

Para terminar, digo que este es un texto conciso porque, a diferencia de muchos de este tipo, que toman un solo razonamiento y le dan mil vueltas para llenar páginas, este va directamente al grano y, si puede comunicar asertivamente una idea con tan solo una o dos frases cortas, lo hace sin ningún problema.

Y ya para concluir con esta reseña, quiero comentarles que lo que más rescato de esta obra es el hecho de que, a mi modo de ver, transmite, explica y justifica aquello de lo que hablaba Schopenhauer cuando decía que quien no gustaba de la soledad no quería ser libre, puesto que solo estando carentes de un público para el cual actuar, es que nosotros los humanos podemos ser verdaderamente libres.

Por medio de la analogía universal del trabajo de un actor previo y durante su interpretación, además de diversas metáforas a lo largo de su narrativa, el autor hace un llamado a la reflexión para responder la cuestión ¿somos auténticos al presentarnos al mundo?
Para resolver dicha interrogante, nos embarcamos en una especie de curso con duración de seis días los cuales se dividen en día de orientación, día uno: el artista, día dos: el lenguaje, día tres: la interpretación, día cuatro: el escenario y día cinco: cae el telón. Durante estos capítulos se presentan diversas metáforas que nos hacen reflexionar acerca de quien somos y si realmente somos quien queremos ser.
La metáfora principal es que somos los artistas y la propia obra de arte. Somos la obra de arte de la vida y de todos aquellos quienes nos moldearon desde el momento en que nacimos. Y somos artistas al tratar de interpretar un papel para satisfacer o evitar los juicios de los otros artistas a nuestro al rededor.
Nos muestra que el lenguaje que utilizamos para comunicarnos puede ser engañoso y que dicha mentira puede ser creada intencionalmente por nosotros mismo. Así, nos invita a dejar de contradecir nuestros ideas evocadas, con nuestros verdaderos sentimientos o pensamientos; pues nuestro lenguaje corporal podría delatarnos. Además, si lo hacemos, todo será menos desgastante.
Así mismo, nos aclara que puede que nosotros creamos que somos auténticos precisamente porque nos creemos nuestra falsa actuación, cargamos con un pasado y con los dramas de otros y todo esto nos evita poner atención en la interpretación real que queremos realizar. Si dejamos el pasado donde debe de estar y nos enfocamos y prestamos atención en el ahora, sin duda nuestra interpretación sería más profunda porque sería autentica.
Esto da paso al sitio que tenemos para realizar dicha puesta en escena, tenemos todo el basto mundo para correr de aquí para allá y relacionarnos con otros artistas. Tenemos muchos caminos que recorrer para aprender, evolucionar y modificar nuestro guion y debemos hacerlo sin mirar atrás si realmente queremos ser mejores artistas.
Finalmente, todo buen acto llega a su fin, el telón de todo artista debe caer... cuando lo haga ¿nos gustará el final?
La respuesta afirmativa llegará si aprendemos a quitarnos las máscaras, a deshacernos de los juicios de otras personas y si tenemos la suficiente fuerza de voluntad para ser espontáneos y crearnos con el amor y respeto que nos merecemos.

Una narrativa recomendada para todos aquellos que se han preguntado ¿soy quien quiero ser? o ¿puedo seguir descubriendo quien soy?, la cual nos invita a reflexionar sobre donde estamos, qué papel jugamos en nuestro escenario, el guion que interpretamos y qué otros artistas están a nuestro lado y sobre todo qué de todo lo que está a nuestro al rededor, nos recuerda que hay que dejar marchar algo de lo antes mencionado para que nosotros continuemos creciendo, pues el misterio de la vida (y nosotros como obra de ella) es infinito.

Enlace: https://midnightbelletristsb..

Don Miguel Ruiz nos presenta un libro lleno de enseñanzas y reflexiones, para que uno como lector pueda identificarse con algunos de los ejemplos que se mencionan en la obra.


En esta ocasión, con tan solo ciento sesenta páginas, nos ofrece cinco clases que ayudan a quitarnos la venda de los ojos para ver qué es lo que nos está frenando en la vida.

¿Realmente cada persona tiene una cualidad que nos hace diferenciar unos con otros?

¿Somos tan auténticos como creemos ser?

En realidad todos somos actores.

Y no necesariamente necesitamos estudiar esa rama para considerarnos expertos en la materia, nuestra participación es nata y la adoptamos desde el momento en que llegamos al mundo.

Desde ese segundo en que soltamos la primera lágrima, nuestra vida se ve plasmada en diferentes escenarios; el lugar en el que nacimos, en donde vamos a vivir, quizá donde nos vayamos a mudar, donde aprenderemos a leer… cada lugar estará repleto de situaciones que iremos creando a partir de nuestros actos y de los personajes secundarios que nos rodean. Por lo que siempre estamos participando en cada guion que está hecho a nuestra medida. Por lo que si la historia de nuestras vidas comenzó demasiado trágica o alegre, es porque así lo hemos elegido vivir.

Sinceramente nunca me había detenido a pensar en si éramos actores o no, pero luego de leer esta primera parte de la colección que pertenece a escuela de misterios, comprendí que cada personalidad que tenemos es como nuestra marca. No obstante, aunque la mayoría de la gente a nuestro alrededor nos conoce de la manera en que nos mostramos ante ellos, en repetidas ocasiones actuaremos de acuerdo a la situación que se presente, pues somos un personaje cuando estamos en casa, en la escuela, en el trabajo, por lo que son justo esas actitudes lo que nos hace en ocasiones actuar en función a lo que encaja con los demás para sentirnos dentro de un grupo y eso hace que en el trayecto perdamos esa identidad que nos hace únicos.

Cada día escribimos un nuevo capítulo, nos guiamos inconscientemente y casi sin darnos cuenta. A causa de ello descuidamos esa autenticidad que nos hace exclusivos, así que tomamos el camino que creemos correcto y eso nos orilla al final de la clase (y de la vida) donde el autor nos hace reflexionar sobre la última escena que es la muerte y donde todo llega a su consumación.

Los invito a leer esta magnífica obra, que si bien ya han leído antes Los cuatro acuerdos sabrán que los consejos sabios de Don Miguel Ruiz siempre son bienvenidos.
Enlace: https://heronstairsnews.blog..

Normalmente no suelo leer autoayuda, es un género literario del que me he mantenido alejada siempre sin una razón del todo específica.

Este libro se lee fácil, rápido, de una sola hojeada si se desea, está estructurado y pensado a manera de un curso de 5 días, que nos hace reflexionar sobre nuestra vida y nuestras acciones, una lectura de un autor de Best Sellers quizá de inicio suena imponente para algunos y muy poco llamativo para otros.

A rasgos y líneas generales me ha gustado, es de gran ayuda si se tiene alguna crisis de personalidad, de autenticidad, de reconocimiento y de amor propio.

Recomendable si, en la medida de que se tenga la mente abierta a su lectura y enseñanzas.