Eleanor y Park

una cree que se abraza a alguien con todas sus fuerzas, lo tendrá mas cerca, una cree que se puede abrazar a alguien con tanta fuerza como para seguir sintiendo su presencia grabada, en ti, cuando te separas.

Park no había soltado la punta del pañuelo. Frotaba la seda despacio con los dedos. Eleanor le miró la mano.
Si Park hubiera alzado la vista en ese instante, se habría dado cuenta de que tenía delante a una boba. Eleanor era consciente de que se le caía la baba. Si Park la hubiera mirado en aquel momento, lo habría adivinado todo.

Ella tenía razón. Nunca se veía bonita. Se veía como si fuera arte, y el arte no tiene que verse bonito; tiene que hacerte sentir algo.

—Eh —dijo Park. Su voz sonó seca y frustrada—. Te pedí que sonrieras porque eres preciosa cuando sonríes.

"Ella se veía como si fuera arte. Y no se supone que el arte sea bonito. Se supone que debe hacerte sentir algo".

Eleanor tenia razon. No era guapa exactamente. Emanaba algo artistico, y el arte no busca ser bonito, busca despertar tus sentimientos.

Si no eres capaz de salvarte a ti mismo, ¿acaso tu vida vale la pena?

tú eres... todo. Lo eres todo para mi, Eleanor.

Si no eres capaz de salvarte a ti mismo. ¿Acaso tu vida vale la pena?
"No existe el príncipe azul" Se dijo.
"No existen finales los felices"

Cada mañana, al llegar al autobús, Eleanor temía que Park no se quitara los audífonos, que dejara de hablarle tan de repente como había empezado a hacerlo... Y si algo así llegara a suceder --si una mañana Eleanor subiera al autobús y él no alzara la vista--, no quería que Park se diera cuenta de la catástrofe que provocaría.