Eleanor y Park

(Asiático estúpido y perfeccionista)

¿Que si lo echaba de menos?
Queria perderse en el. Rodearlo con los brazos como un torniquete.
Si Park se daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba, huiria.

No estoy listo para que dejes de ser mi problema.

No, necesito creer que habrá otras oportunidades... Necesito que tú lo creas también.

Por que después de todo lo sucedido durante los últimos cuarenta y cinco minutos –y durante las últimas veinticuatro horas– no pensaba en nada más que en volver a ver a Park.

Solo hay uno como él, pensó, y está aquí.
Él sabe si me gustará una canción antes de que la haya oído. Se ríe de mis chistes antes de que haya terminado de contarlos. Hay un lugar en su pecho, justo debajo del cuello, que hace que quiera cumplir las promesas que le hago.
Solo hay uno como él.

Sostener la mano de Eleanor era como sujetar una mariposa. O un latido. Como tener en la mano algo completo y vivo.

--No te gusto... --apuntó Park mientras se apretaba la base del teléfono contra la costilla inferior.
--No me gustas, Park -- repitió Eleanor en un tono que, por un instante, sonó como si hablara en serio--. Yo... --su voz casi se esfumo-- creo que vivo por ti.

Desintegrada.
Como si el teletransporte a la nave Enterprise hubiera fallado.
Por si alguien se pregunta lo que se siente, no es como fundirse… sino mucho más violento.
Y aun disuelta en un millón de fragmentos, Eleanor notaba el contacto de Park. Sentía el pulgar de él explorándole la palma. Se quedó inmóvil porque no podía hacer el menor movimiento. Intentó recordar qué animales paralizan a sus presas antes de devorarlas.
Puede que Park la hubiera paralizado con su magia ninja, con su toque vulcano, y estuviera a punto de engullirla.
Sería alucinante.

-Ella era todo lo que yo podía ver. –Park.