Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.
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Viajé, amé, perdí, confié y me traicionaron.
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La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.
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Hay dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón. La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes. Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven. Es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. |
Amamos lo que amamos. La razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el amor más verdadero. Cualquiera puede querer algo por algún motivo. Eso es tan fácil como meterse un penique en un bolsillo. Pero querer algo a pesar del algo es otra cosa. Conocer los defectos y quererlos también. Eso es inusual, puro y perfecto.
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El día que empezamos a preocuparnos por el futuro es el día que dejamos atrás nuestra infancia.
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No soportaba oír música y no formar parte de ella. Es como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre.
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Las mejores mentiras sobre mí son las que yo mismo he contado.
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Mis mayores éxitos fueron producto de decisiones que tomé cuando dejé de pensar e hice sencillamente lo que me parecía correcto
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—¿Has participado en muchas peleas con navaja? —bromeé. —No en tantas como tú crees —repuso ella con una sonrisa pícara—. Es otra página de ese gastado libro que a los hombres tanto os gusta consultar para cortejarnos. —Puso los ojos en blanco, exasperada—. No sabes la cantidad de hombres que han intentado robarme la virtud enseñándome a defenderla. —Nunca he visto que llevaras un puñal —comenté—. ¿Cómo es eso? —¿Para qué voy a llevar un puñal? —replicó ella—. Soy una dulce y delicada flor, ¿no? Una mujer que se pasea exhibiendo un puñal solo busca problemas. —Metió la mano en un bolsillo y sacó un largo y delgado trozo de metal con uno de los bordes reluciente—. Sin embargo, una mujer que esconde un puñal está preparada por si surgen problemas. En general, es más cómodo aparentar que eres inofensiva. Menos problemático. Lo único que impidió que me quedara perplejo fue la naturalidad con que lo dijo. Su puñal no era mucho más grande que mi navaja. Era de una sola pieza, recto, con empuñadura de piel fina. Era evidente que no era ningún utensilio de cocina, ni una navaja de supervivencia. Me recordó, más bien, a los afilados cuchillos quirúrgicos de la Clínica. —¿Cómo haces para llevar eso en el bolsillo sin cortarte en trocitos? Denna se puso de lado para enseñármelo. —El bolsillo tiene un corte por dentro. Llevo el puñal atado a la pierna. Por eso es tan plano. Para que no se note que lo llevo bajo la ropa. —Lo asió por la empuñadura y lo sostuvo ante mí para que lo viera—. Así. Tienes que poner el pulgar en la parte plana. —¿Pretendes robarme la virtud enseñándome a defenderla? —pregunté. —Como si tú tuvieras virtud —dijo ella riendo—. Lo que intento es que no te cortes con esas manos tan bonitas que tienes la próxima vez que salves a una chica de una cerda. + Leer más |
—Pero supongo que el verdadero principio está en lo que me llevó a la Universidad. Fuegos inesperados en el crepúsculo. Un hombre con ojos como el hielo en el fondo de un pozo. El olor a sangre y a pelo quemado. Los Chandrian —Movió la cabeza afirmativamente—.Sí. Supongo que ahí es donde empieza todo. Esto, en gran medida, es una historia sobre los Chandrian.
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¿En que trabaja Kote?