Cien cuyes

Hace una semana, hice la reserva de este libro, recién llegado a la biblioteca digital de mi ciudad. Tenía muchas ganas de leer este último premio de Alfaguara, porque según la sinopsis trataba de ancianos y sus cuidadores.
El principio es un poco lioso, hay muchos personajes que parecen no tener relación ninguna, pero en el momento en que todos los personajes se unen un una misma trama, el libro se vuelve maravillosamente absorbente.
Cuando los años van poniendo dolores en un cuerpo, el miedo a la muerte parece irse poco a poco y van quedando eliminándose todas las “primeras veces”, hasta que sólo queda una.
Curiosamente, me he puesto en la piel de varios de los personajes, que no son muy compatibles, y es que he ocupado el sitio de la cuidadora, que ve apagarse día a día la luz en los ojos, pero también el de el familiar que no quiere aceptar que su abuelo, con 94 años (los cumple en septiembre), se va ir más pronto que tarde. Es egoísta de mi parte, pero no quiero pensar en el día que suba, como cada sábado, a su casa, y no le vea en su sillón viendo el futbol o leyendo su periódico.
Es mucho más difícil escribir sobre la vejez, aunque sea el mejor síntoma de que nos ha ido bien en la vida, pero la mente humana no está preparada para saber que pronto dejará de existir, así que no me queda otra que aplaudir la valentía del autor. Es el primer libro que leo de él, pro si tengo la oportunidad, le seguiré en un futuro.
Una lectura muy aconsejable.

Es la primera obra que leo de este autor y, me ha dejado un sabor agridulce, dulce por la forma como escribe, con mucha delicadeza, y agria por el tema que trata, la muerte cuando hay una enfermedad o cuando estás cansado de tu vejez. Nuestra protagonista, Eufrasia, es un personaje al que se le coge cariño enseguida, es una mujer agradable, servicial y de las que intentan pasar por la vida de puntillas. El resto de personajes, muy mayores casi todos, están bien trazados y hacen que la historia fluya de una forma suave pero sin ser pesada o soporífera. Me ha parecido una forma muy bonita de reivindicar la dignidad que los mayores tienen, ya sea en residencias o cuidados en sus domicilios. Muy muy bonito.

El relato arranca con la imagen de una Eufrasia que recorre la ciudad en el tren eléctrico elevado, el cual durante muchos años permaneció paralizado y fue el reflejo de un país arruinado, a medio hacer. Ahora que funciona, ella es testigo desde la ventanilla de un vagón de otras vidas y de la transformación arquitectónica de Lima, cómo las casas señoriales han cedido paso a restaurantes de franquicias y edificios que se tapan la luz entre ellos. La estética ha sido vencida por el poder económico. Lo viejo, sin importar su valor, es reemplazado por lo práctico y rentable. Hay un planteamiento de fondo que afecta no solo a los personajes, sino que el
autor pretende expresar su visión del país a través de ellos. Es el choque entre la modernidad y las huellas de la historia de los ciudadanos. La primera sirve como excusa para demoler el pasado. Hay una necesidad sin sentido por refundar la ciudad. Eufrasia vendría a ser la columna vertebral del libro, una mujer pícara y de buen corazón que, a diferencia de sus empleadores, que desprecian la nueva estética de la ciudad impuesta por el comercio y añoran cómo era todo en el siglo xx, se siente a gusto con esa imagen del progreso, aunque el crecimiento económico no la haya beneficiado y su vida continúe amenazada por la precariedad. Antes de cuidar ancianos tenía un puesto de venta de frutas en un mercado, pero lo traspasó porque sus rodillas sufrían y se quedó embarazada de un hijo que no conocería a su padre. Entonces vio que necesitaba un horario y un trabajo distintos para conciliar con la maternidad, no quería criar a su
hijo en un cajón de frutas como otras vendedoras.
Aun así, para la crianza de Nico tiene que apoyarse en su hermana Merta, enfermera en el turno de noche en un hospital público, donde los sueldos no se comparan con los de las mismas trabajadoras en Europa. Aquí resalta el hecho de que las personas en quienes se deposita el cuidado de otras vidas ganen tan poco, que no se valore un trabajo fundamental.
No solo la ciencia ha conseguido que las sociedades sean más longevas: las personas mayores requieren una atención especial para que sus
facultades cognitivas no se deterioren. En defintiva y para no desvelar nada más, una reflexión sobre la pérdida del sentido de la existencia.

El título de la novela, Cien cuyes, puede parecer extraño fuera del Perú, sobre todo en Europa. Los cuyes, (o cochons d'Inde) en Perú tienen una verdadera relevancia económica (se comen) en el campo y en la serranía, y ahora con las migraciones masivas hacia la costa, también se encuentra una relevancia en las zonas pobres costeras. al parecer es el centro de la economía familiar: los cuyes son criados para la familia y también para la venta. Entonces, decir cien cuyes, equivale a evocar una pequeña fortuna.

Es una novela interesante porque aborda sin tapujos y sin patos el tema de la eutanasia. Poco se ha escrito sobre el tema porque es delicado, nos atañe a todos y no todos reaccionamos de la misma manera, aún hace parte de los temas tabús.

Eufrasia (que rima con eutanasia) es una cuidadora de ancianos, muy apreciada por ellos porque llena de empatía, de discreción, y de mansedumbre. Es una cuarentona, madre soltera de un chico muy vivaracho y vive con una hermana enfermera también solterona. Viven al justo y la principal preocuapción de Eufrasia es dar una buena educación a su niño.

Ella trabaja en los mejores barrios y sus viejitos han sido todos mimados por la vida, pero no soportan la gran vejez con todas esas decrepitudes ineludibles. Están mentalmente preservados del gatismo por lo que irán programando su muerte en paz y con la ayuda de la empática/hiérática Eufrasia.

Digo hierática porque la buena mujer jamás cuestiona ética o moralmente su acción, se diría que actúa como un robot programado. Ejecución y punto.

Hay situaciones divertidas porque los aspirantes a la eutanasia saben sobrevivir gracias a los recuerdos y a la coherencia de grupo, un grupo heteróclito como se debe porque no somos todos iguales ante la gran vejez, producto de nuestro mosaico genético ni hemos tenido tampoco la misma vida. La presencia de hijos y familiares a esa altura de la vida se hace rara.

La pobre Eufrasia no va a escapar al destino de todos porque le tocará rendir cuentas tempranamente.

Una lectura que no es repulsiva, una lectura llena de hechos concretos y soluciones recias con situaciones divertidas; una lectura que obliga a cuestionarse : Y qué haré yo ?
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..

La Obra ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2023 “Cien cuyes” tiene a la eutanasia como tema transversal. El autor aborda estos temas con total sinceridad desde el emblemático barrio de Miraflores en una ciudad arruinada y a medio hacer.

El saber plasmar los sentimientos con palabras me ha parecido siempre maravilloso. En el arte de escribir está el vehículo que nos traslada a muchos corazones. 

Este libro es un vehículo que nos transporta a Lima (Perú) y en el que nos recreamos en un paisaje de escenas conmovedoras, con toques de un humor inteligente,,, conectándonos con el reflejo de todos aquellos sentimientos que en ocasiones enterramos en lo más hondo y que solo producen desasosiego y vulnerabilidad cuando afloran a la superficie. Una sensibilidad muy especial, profunda y contenida. El paso del tiempo tanto físico como emocional en ocasiones se lleva las ganas de vivir.  La vejez, el deterioro y la soledad llevan a los protagonistas de este libro a considerar las bondades de la muerte asistida. Todo se va engarzando. Una “pandilla” de personajes entrados en años y en un declive sin frenos van recreando esta historia adornada entre piezas de música y cintas clásicas del cine. Una única ventana les asoma a la vida, viajar con la mente les salva de una realidad gris.

Eufrasia es la base de esta novela, aunque no acaba siendo el foco. El foco va a ser lo que estas líneas nos transmitan a cada uno de nosotros.

Una vida precaria. Un trabajo lleno de contradicciones, ¿querer vivir?, ¿querer morir? 

Una novela que pasa de puntillas por temas importantes, sin ahondar demasiado, llevándonos a sentirla como una lectura que tiene un antes y un después, como la vida y la muerte.  Poder o saber elegir un camino en la vida. Poder elegir un camino en la muerte.

La vida es un camino que tiene un final, pero la muerte es un camino que no acaba, Y cuanta belleza y sabiduría se pierde por el camino si no sabemos transitarlo.

Cuanta empatía es necesaria para comprender.  Agradecer en vida y agradecer en la despedida. El desenlace me ha emocionado por lo que me hizo pensar. 

“Me estoy muriendo y quiero irme con dignidad” si alguien me hiciera esta afirmación no sabría como responder o tal vez sí.

Una novela que afronta un tema tan olvidado en nuestra sociedad como es la tercera edad, y como nos enfrentamos a ella. Los cuidados a nuestros ancianos, y como se enfrentan ellos a la pérdida de autonomía, a la enfermedad y a la soledad son los puntos principales en este libro.

La protagonista de esta historia es Eufrasia, una mujer humilde, que se gana la vida cuidando y asistiendo a varios ancianos. Haciendo sus días más fáciles, y no menos importante, escuchándolos y empatizando con ellos. Hasta lograr crear un fuerte vínculo con ellos.

Estos ancianos son personas que en su juventud y edad adulta fueron emprendedoras, valientes, profesionales, aventureras....y ahora se ven recluidas en sus casas o en una residencia viendo pasar los días, mientras su salud y su energía se ven mermadas.

¿ Se resignaran a este destino? , ¿como afrontarán lo que tiene que venir en sus últimos años de vida?. Esta novela plantea muchas cuestiones, y hace que reflexionemos sobre diferentes asuntos, a la vez que resulta emotiva y conmovedora.

A modo de contrapunto, y por lo que no le he dado más puntuación, es que opino que se repite en uno de los asuntos centrales de la historia. Pienso que no es necesario insistir en ello, aunque en ocasiones pueda ser una opción, pero no es la única.

Pues este libro me gustó, es una tragicomedia que me resultó conmovedora sobre la vejez, la muerte y la búsqueda del sentido de la vida. El autoestima lo que trata a mi parecer es explorar con cierto humor y ternura la soledad de los ancianos en nuestra sociedad actual, claro sin requires temas difíciles como la eutanasia. Me gustó de verdad es una lectura memorable que nos invita a vivir la vida al máximo.

Cuanto más conozco historias como Cien Cuyes, más llego a la conclusión de que la panacea a todos los males de la humanidad es, sin duda, la empatía.

Aquí, en compañía de Eufrasia, nos encontraremos con múltiples escenarios de lo que nos espera en la longevidad. Desde los adultos mayores que cuentan con el recurso financiero suficiente como para seguir viviendo en su casa y contratar una cuidadora hasta los que, por razones diversas, recurren a las casas de retiro. Y será gracias a las experiencias de estos viejecitos que nos plantearemos si la eutanasia es o no un acto de bondad.

Rodríguez nos brinda un escenario bien retratado en el que no solo sobresalen las dificultades a las que se enfrentan los adultos mayores sino que nos brinda una experiencia un tanto ambivalente en la que pasaremos de la risa a la tristeza y es que, si hay algo que no podemos negar es que la mayoría de las personas al llegar a la tercera edad entran en un estado en el que poco les importa el pudor o la prudencia y es a través de esos atrevimientos, propios de la edad, en los que el autor le impregna cierta acidez a la historia, restándole pesadez.

Lo que me ha parecido más rescatable y sobre todo para llevarnos a la introspección, es el sentir de "Los Siete Magníficos", en el que no importa cuan buena o mala haya sido su vida, al final todos llegan a presentar ese sentimiento de inutilidad y de abandono que no hace más que exacerbar esa idea su1(id@.

Al final, Eufrasia hace lo que cree correcto pero se olvida de ella misma presentándonos un desenlace sumamente conmovedor.