—Seguiremos juntos—prometió Percy—. No te separarás de mí. Nunca más.
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—Seguiremos juntos—prometió Percy—. No te separarás de mí. Nunca más.
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—Por favor—dijo Percy—. Inténtalo otra vez. Se lo rogó con aquellos ojos verde mar, como una adorable cría de foca necesitada de ayuda. Piper se preguntaba cómo ganaba Annabeth una discusión con aquel chico.
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Ser un héroe no significa que seas invencible. Simplemente significa que tienes el valor de mantenerte firme y hacer lo que hay que hacer.
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—¿Cómo lo haces? Siempre sabes lo que estoy pensando. —Te conozco—dijo ella. «¿Y te gusto de todas formas?», quería preguntar Percy, pero se contuvo. |
A veces los mortales eran todavía más raros que los monstruos.
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Cuando él y Annabeth habían empezado a salir, su madre se lo había metido en la cabeza: «Es de buena educación acompañar a tu pareja a la puerta de su casa». Si eso era cierto, tenía que ser de buena educación acompañarla al punto inicial de su épica misión en solitario.
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Annabeth tenía que emprender esa misión. El destino del mundo podía depender de ello. Pero una parte de él deseaba decirle: «Olvídate del mundo». No quería estar sin ella.
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Percy estaba de pie en el muelle, sosteniendo la daga de Annabeth.—Se te ha caído esto—dijo, totalmente impasible. Annabeth lo abrazó.—¡Te quiero! |
Mientras había estado en el lado romano, lo único que lo había mantenido con vida había sido pensar en Annabeth. «Te he echado de menos» no expresaba eso.
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Hubo un momento incómodo cuando los dos chicos intentaron sentarse en la misma silla a la cabecera de la mesa. De las manos de Jason saltaron chispas en sentido literal. Tras una breve y silenciosa pausa, como si los dos estuvieran pensando: «¿En serio, colega?», cedieron la silla a Annabeth y se sentaron uno enfrente del otro a ambos lados de la mesa.
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¿Cuál es la nacionalidad de Rick Riordan?