Un lugar a donde ir

La vida es una cuerda de fonambulista sobre la que caminar, nada es seguro ninguno de los días del mundo.

La vida es un sueño, hazlo realidad
La vida es un reto, afróntalo
La vida es un deber, cúmplelo
La vida es un juego, juégalo.

El tiempo y mis viajes lograron que, como si yo mismo funcionase como un imán irresistible, terminásemos por encontrarnos; por formar una familia sin lazos de sangre, pero con agallas y la determinación suficientes como para desoír lo convencional, lo impuesto y lo aprendido, y buscar otra verdad.

No sé a dónde voy, aunque creo que ya no me importa: el juego, definitivamente, está perdido para mí.

Es verdad que algunas mujeres escogen a los chicos malos. Pero las chicas listas nos quedamos siempre con los buenos.

Vivimos al límite, sobrepasamos las últimas fronteras conocidas para mostrárselas a los demás. Sé que suena pedante, pero en mi caso es lo único que sé hacer y es lo que me mantiene vivo.

Paolo no era un rebelde insustancial: solo quería hacer algo en su vida que tuviese sentido, que lo individualizase ante los demás de tal forma que, con el tiempo, hubiese valido la pena el esfuerzo de vivir.

A la niebla y el mar, como a los amantes infieles, les cuesta separarse. Deben hacerlo, es su propia naturaleza la que les marca caminos divergentes, pero a veces se entretejen de forma difusa y, en lugar de que todo sea opaco y triste, su encuentro se convierte en algo que sabemos que va a morir, que va a deshacerse en el aire pero que destila belleza

Se abrazaron, volvieron a mirarse, se susurraron "te quieros", se prometieron que se amarían siempre. Esa noche encontraron un lugar a donde ir, una buena razón para caminar por las mañanas con una sonrisa reveladora.

Lo que los hombres pervertimos no tiene por qué ser malo en su origen.