Riesgos de los viajes en el tiempo

No necesitamos vernos para estar cerca el uno del otro.

En mis fantasías nunca había verbalizado lo que nos diríamos si me quedaba de verdad a solas con él. Cómo nos sinceraríamos, si nos atrevíamos. No me había permitido a mí misma imaginar que me tomara de la mano.
Tampoco me había permitido imaginar que me abrazase y me besara. Mis ensoñaciones siempre se desvanecían en aquel punto.

Y me preguntaba: ¿es posible seguir queriendo a alguien cuyo rostro estás olvidando?, ¿cuya voz ya no consigues recordar?

Era aterrador perder la memoria. Perder la confianza en la memoria.
¿Qué es un ser humano excepto la suma de sus recuerdos? "Mira hacia adentro, no hacia afuera. El alma está dentro."
Era lo que yo creía. Y, aun así, si me quitaban los recuerdos, ¿qué sería de mí? ¿Qué sería de mi alma?

Porque a veces se producían en momentos impredecibles, olas repentinas de recuerdos, como el resplandor de un relámpago que ilumina el cielo nocturno durante un fracción de segundo...para desaparecer después, en silencio.

Mi invisibilidad era como un capa mágica que me abrigada pero que, al mismo tiempo, multiplicaba mi soledad.

Me resultaba asombroso darme cuenta de que las estrellas en el cielo nocturno eran más grandes y más luminosas que ninguna de las que había visto en mi anterior vida perdida.

[...] tampoco tenía predisposición a enamorarme como las chicas de mi edad. Era algo de lo que sin duda podía enorgullecerme.

¡Me sentía tan sola! Era como si me hubieran vaciado el cuerpo desde dentro. Como si, en el sitio donde había estado el corazón, hubiese ahora un vacío imposible de llenar.

Siempre que estaba a mi alcance, me hacía invisible.