Aquel espacio de sufrimiento y plenitud ya no ocupaba mi pecho, que ya no se sentía nunca más ni dañado ni irrigado. En su lugar, había una bomba mecánica fácil de ignorar.
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Aquel espacio de sufrimiento y plenitud ya no ocupaba mi pecho, que ya no se sentía nunca más ni dañado ni irrigado. En su lugar, había una bomba mecánica fácil de ignorar.
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En la misma medida en que mis miembros necesitan de la comodidad del calor, mi rostro y mis manos buscan el espanto del hielo. ¿Cuál es el punto en común entre el rostro y las manos? Es el lenguaje, que uno habla y las otras escriben. Mi verbo es frío como la muerte.
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Ninguna flor florece antes que la peonía. Comparada con ella, las demás flores parecen refunfuñar entre dientes […] Se escucha menos la música con los ojos cerrados. Los ojos son la nariz de las orejas. […] sobre todo me habría gustado saber por qué una chica escribía semejantes cosas
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Nada resulta tan limpio como matar. Es una sensación que no se parece a ninguna otra. Uno se estremece de placer hasta zonas que resultan difíciles de ubicar. Un exotismo así resulta liberador. No hay ejercicio más radical que la voluntad de poderío. Sobre un ser del que nada sabemos, ejercemos el más absoluto de los poderes. Y cual tirano que se precie, uno no siente ni atisbo de culpabilidad. Un exquisito miedo acompaña a este acto. Actúa como catalizador del placer. |
¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?