Los ojos del Gigante guerrero se llenaron de cenizas por el humo y el hollín. Las mejillas, en el llovido rostro, emblanquecían a causa de las torrentes de nieve. Así los cuatro Vientos, los sometieron bajo su violencia, de cuádruple yugo.
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Los ojos del Gigante guerrero se llenaron de cenizas por el humo y el hollín. Las mejillas, en el llovido rostro, emblanquecían a causa de las torrentes de nieve. Así los cuatro Vientos, los sometieron bajo su violencia, de cuádruple yugo.
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Y el Crónica levantará erguido el cielo de Atlante, soportando con agobiados hombros su constante curso circular. Mientras tanto, escuchará con mal disimulados celos nuestros himeneos, pues yo seré el novio de Hera.
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Pero de inmediato, la Néyade se quedó tiesa, porque estaba sin calzado; y acostumbrada a las aguas, se sentía extraña con sus miembros secos. Con raudo pie se agitó la ninfa en el reseco lecho de su arroyo, mas sus rodillas quedaron atrapadas, al clavarse en el barro que las aprisionaba.
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Te obsequiaré, si quieres, el santo tálamo de Atenea; pero si la diosa de ojos brilantes no te agrada, toma a Leto o a Caris, o a Citerea, o a Ártemis, o a Hebe como esposa. Tan sólo, no ansíes el lecho de Hera, pues ella será mía.
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Y te ofreceré un pago por tu flauta, boyeri: cuando yo, en lugar de Zeus, detente el cetro celeste y las riendas del trono, te llevaré junto a mí, de la tierra al cielo, con tu flauta y tu manada, si asi lo quieres.
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Yo te daré dos regalos, dignos de tus fatigas, pues te haré salvador de la armonía cósmica y esposo de Harmonía.
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Y el Crónida, tras abandonar su forma taurina, comenzó a correr, bajo el aspecto de un joven muchacho en torno de la joven, aún no sometida. Y acarició sus miembros. En primer lugar soltó la cinta que la rodeaba, para desnudar el pecho de la joven. Y, como sin querer, apretó el inflado contorno de su firme seno, besando el pezón con sus labios. Luego rompió, en silencio, el casto lazo que guarda la virginidad, para recoger el verde fruto de los Amores Ciprídeos.
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Feno, asiste a tu progenitor, para que un labrador no lo aprese y lo ate a su arado para remover la tierra. Pero no, mejor que lo tome y lo ate, para que yo pueda gritarle a Zeus: Soporta el doble aguijón de agricultores y de Amores.
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Pero, a pesar de sus doscientos brazos invencibles, el monstrui Tifón sintió esfuerzo y agobio, al levantar las armas del Crónida, que éste levantaba con una sola mano.
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Entonces las mejillas de Palas, la sin madre, enrojecieron de pudir, al ver que una mujer era jinete del Crónida.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises