La sangre de los inocentes

...aunque, si quieren que les diga la verdad, me da lo mismo de dónde soy o de dónde son los otros. Me importa dónde estoy bien y con quién estoy, me importa la dignidad humana, la justicia y la paz. De dónde es uno es algo que no se elige.

Soy un ser imperfecto; esta cáscara que me envuelve ha intentado pudrir mi alma, pero afortunadamente pronto me desprenderé de ella.

Si algo hemos aprendido los judíos es que solo contamos con nosotros mismos; por eso debemos tener una patria de la que no nos puedan echar.

¿Por qué no hemos de reconocer virtudes en los hombres contra los que luchamos? Ellos tienen su causa, nosotros la nuestra.

Tener conciencia es un don, un don doloroso por cierto, pero un don.

La cuestión está en dominar el mal que llevamos dentro, luchar contra él a lo largo de la vida, intentando que no nos dirijan los demonios, sino que seamos nosotros los que los dobleguemos.