Mi padre ya empezaba a derrochar, no lo podía evitar, las buenas noticias le aflojaban el bolsillo.
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Mi padre ya empezaba a derrochar, no lo podía evitar, las buenas noticias le aflojaban el bolsillo.
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El éxito lleva en su interior la semilla del fracaso.
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Uno podía tener talento, otro ser más inteligente, más rico o más pobre, pero si uno no sabía organizarse, desperdiciaba gran parte de su potencial y la vida se le complicaba.
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A su Stradivarius, regalo de la reina Isabel II, le sacaba el sonido más puro que podía esperarse de un violín, y sin mostrar esfuerzo alguno. Mi padre cerró los ojos en una especie de éxtasis y cuando los volvió a abrir, se le escaparon gruesos lagrimones.
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La felicidad se escurre, no tiene forma, se escapa por una rendija sin que lo percibamos. Es difícil reconocerla, y cuando nos damos cuenta de que nos bañamos en ella , es porque ya nos falta.
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La verdad es que en la vida nunca se está realmente preparado para lanzarse al vacío. Se necesita un empujón, como el que da el pájaro a su cría para que eche a volar. No hay quien escape a ese momento de vértigo.
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Es difícil vivir sin comprender, porque es necesario encontrar un sentido a lo que nos ocurre. A veces se tarda toda una vida en emerger de las brumas del pasado y descubrir una explicación de por qué las cosas ocurrieron como ocurrieron.
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Un buen profesor puede cambiarte la vida, Rafaelito, es como una luz en el camino que te ayuda a ver claro dentro de ti y a crecer.
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Cuando todo va bien, hay que empezar a preocuparse.
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El éxito lleva en su interior la semilla del fracaso, y viceversa.
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Escribió un libro titulado "De lo espiritual en el arte"