...hasta una vulgar víbora tiene derechos de preferencia sobre el terreno. En cambio, pasea el tiempo que pase, nunca va a dejar de ser una intrusa.
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...hasta una vulgar víbora tiene derechos de preferencia sobre el terreno. En cambio, pasea el tiempo que pase, nunca va a dejar de ser una intrusa.
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Quizá es mejor no penetrar en el misterio, no tratar de entenderlo, para evitar que se corrompa. El malestar de la felicidad es una idea que le ronda ahora con insistencia: un tipo de felicidad que contiene en sí misma la semilla de su propia destrucción.
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En este sitio nadie entiende a nadie.
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No puede ser tan horrible, se dice. Es ella, su mirada, que está enferma. Ojalá pudiera cerrar los ojos para no ver más.
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La inexperiencia de él la engrandecía a ella, la hacia poderosa. La carencia de él era, para ella, su riqueza.
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Es imposible llegar a lo que hay tras sus párpados.
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La piel tiene memoria, y repetir es profundizar.
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... hacia ella se encaminan, nítidas, unas nuevas palabras: el tiempo es el castigo. Las pronuncia como si las leyera, como si no proviniesen de ella, sino de más allá, de mucho más allá.
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Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro.
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Su memoria se ha encogido. Su memoria, ahora, es tan pequeña que le cabe en un puño. Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?