Entre visillos

Se trata de una novela costumbrista, ubicada en una pequeña ciudad de provincias española en los años 50-60. Totalmente impregnada de la moral y las tradiciones de la época, que se ven muy bien retratadas en la forma de actuar y de pensar de la mayoría de sus personajes.

La autora consigue perfilar una serie de personajes, con tintes distintivos muy claros.

Dentro de los personajes femeninos, el abanico es muy amplio, y todos tienen su lugar en la historia: desde las hermanas Ruiz (Mercedes, Julia y Natalia) tan diferentes entre si, la carismática Elvira (asfixiada por las tradiciones tan afianzadas en la sociedad en la que vive, pero que a su vez no tiene la suficiente fuerza para cortar los hilos con ella), la convencional Geltru o Rosa (rechazada por el resto por considerarla libertina, pero que demuestra una autenticidad mayor que los demás).

También nos presenta a personajes masculinos cómo Pablo (recién llegado de fuera, y con una mentalidad totalmente diferente), Teo (que vive ajeno a la sociedad, y totalmente consagrado al estudio), Emilio (personaje que aparenta tener una mentalidad más moderna que el resto, pero que necesita estar rodeado de ellos para poder mantener su posición), Ángel (hombre de cierta posición que busca a una joven inexperta y inocente para poder modelar a su gusto), o Miguel (personaje que causa total repulsión por su perfil machista y egoísta).

Todo un amalgama de personajes, de los cuales, para mi forma de ver, destacan Pablo por su aporte de aire nuevo, y Natalia por su personalidad independiente, moderna y su afán de conocimiento.

En las memorias de Concha Méndez aparece un poema de la autora que empieza diciendo «Al nacer cada mañana / me pongo un corazón nuevo / que me entra por la ventana». La primera vez que lo leí pensé que era un canto a la vida bellísimo; la segunda vez, pensé en Gaite. Siempre que abro uno de los libros de la salmantina siento justo eso, me parece estar leyendo a una persona que debió de sentir un amor inmenso —así, en general—, que debió mirar todo con los ojos curiosos de quien sabe encontrar en cada cosa que le ocurre una historia para contar. Siento estar leyendo, en definitiva, a una mujer que nació para escribir.

Ya hace un tiempo que acabé Entre visillos, la novela con la que ganó el Premio Nadal en 1957, y aun así hay momentos que todavía no se me han ido de la cabeza. Entrar a la novela fue como si alguien gritara ¡acción! y las calles de una pequeña ciudad en los años 50 empezaran a llenarse de gente, con risas y ruido de fondo, fue como si entre toda la música de feria naciera de repente una voz en off encargada de ir contando las historias de algunas de esas personas —en su mayoría, mujeres— hasta hace poco desconocidas para nosotros, personas que en ocasiones cogerán el relevo para hablar desde su propia voz, a través de sus diarios, sus cartas o su memoria, con el único fin de relatar sus vidas, atravesadas por la pérdida y el consiguiente peso del luto, por el recuerdo, la rutina, las ganas de ver mundo, prosperar, de estudiar; vidas, en definitiva, marcadas por el deseo, en la mayoría de los casos, de salirse de los esquemas establecidos, marcadas por el (in)conformismo.

No es que recomiende leer Entre visillos, que también, es que recomiendo leer a Gaite: más que por sus argumentos, a mí me gustan sus historias porque me gusta que me cuente, que me arrope con esa mirada suya tan especial. Su escritura es uno de esos lugares seguros que hacen que leerla sea un lujo: no importa qué, no importa cómo, no importa cuándo. Como decía la propia Carmiña: quien tiene un poco de vida interior no puede aburrirse. Y qué amplia y bella debió de ser la suya.

En "Entre visillos" Carmen Martín Gaite nos hace un fiel retrato de la España de los años 50. A través de las conversaciones de un grupo de mujeres jóvenes la autora nos muestra esa España franquista puritana y encorsetada en la que la mujer quedó relegada al ámbito doméstico. En "Entre visillos" las mujeres están atrapadas por las normas sociales, no les queda más que aspirar a encontrar un marido, casarse, formar una familia y convertirse en el ama de casa, la esposa y la madre perfecta. Mientras que a los hombres los vemos opositar para notarias, tomar decisiones sobre el futuro de las que serán sus esposas, vivir con una libertad que les está prohibida a las
mujeres.
Pero en la novela también encontramos personajes como como Pablo Klein, un maestro que acaba de llegar de Alemania,  representante de la modernidad y cuya presencia remueve los cimientos de una sociedad organizada. O Natalia y Elvira dos mujeres que se rebelan contra los convencionalismos o por lo menos lo intentan.
"Entre visillos" es una novela costumbrista llena de diálogos frescos y cercanos. Con personajes muy reales a los que es fácil imaginar. Una novela estupenda que se lee casi del tirón y que logra dejar muy buen sabor de boca y con ganas de mucho más de Carmen Martín Gaite.

Esta novela se llevó el Nadal 1957.
Y novela me pareció bastante trivial por su tema y su vocabulario.
La narración retrasa las vivencias de un grupo de jóvenes en un pueblo, con las preocupaciones de esa edad : el bachillerato, la futura carrera, los amoríos, el matrimonio.
Llega en tren al pueblo un joven a buscar trabajo como profesor de alemán pero llegando sabrá que su mentor ha muerto por lo que se presenta a dar el pésame a la viuda y se enamora de la hija.
La hija es una intelectual bastante original que frecuenta su pandilla de amigos. Cada chica y cada chico tienen sus preocupaciones.
Al final del libro, el fallido profesor sale del pueblo tal como vino, en tren. Aquí no ha pasado nada; todo sigue igual, el juego de los unos con los otros, las decepciones, las alegrías.