Los hombres tienen menos escrúpulos a la hora de faltar a uno que se haga amar que a uno que se haga temer: porque el amor se basa en un vínculo de reciprocidad que por la naturaleza malvada de los hombres, siempre que hay un interés particular, se rompe; en cambio el temor de basa en el miedo al castigo, que no te abandona nunca.
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