Destrózame

Odio el displicente hastío de un sol demasiado preocupado consigo mismo como para percatarse de las horas infinitas que pasamos en su presencia. El sol es una cosa arrogante, siempre deja atrás al mundo cuando se cansa de nosotros.
La luna es una fiel compañera.
Nunca se va. Siempre está ahí, observando constantemente, conociéndonos en nuestros momentos luminosos y oscuros, cambiando siempre igual que nosotros. Todos los días es una versión diferente de sí misma. A veces débil y lánguida, a veces fuerte y llena de luz. La luna entiende lo que significa ser humano. Incierta. Sola. Con cráteres de imperfección.

Es casi imposible vencer la gravedad cuando nadie está dispuesto a darte una mano.

A veces pienso que la soledad dentro de mí va a estallar a través de mi piel. Y a veces no sé si llorar, gritar o reír de la histeria pueda servir para resolver algo. A veces estoy tan desesperada por...sentir, que estoy casi segura de que me voy a despeñar a un universo alterno donde nadie podrá encontrarme jamás.

Soy un ser compuesto de letras, un personaje creado por oraciones, un producto de la imaginación formado gracias a la ficción.

Pasé la vida doblada entre las páginas de los libros.
A falta de relaciones humanas, formé vínculos con personajes de papel.

La esperanza me abraza, me sostiene en sus brazos, me seca las lágrimas y me dice que hoy y mañana y dentro de dos días voy a estar perfectamente y estoy tan delirante que hasta me atrevo a creerlo.

A falta de relaciones humanas, formé vínculos con personajes de papel.