Dejé todas las luces encendidas a mi paso, sin preocuparme de apagarlas. Que más daba. El Titanic también se había ido a pique con todas las luces encendidas y la música sonando en cubierta.
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Dejé todas las luces encendidas a mi paso, sin preocuparme de apagarlas. Que más daba. El Titanic también se había ido a pique con todas las luces encendidas y la música sonando en cubierta.
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Los que han muerto y se han convertido en una de esas cosas están en el infierno, sin duda, pero los supervivientes no vivimos mucho más lejos.
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Posiblemente nota, de alguna manera gatuna, que el mundo ha cambiado, y prefiere estar cerca del único elemento de su universo que no ha desaparecido, o sea, yo.
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Ni una sola luz encendida, semáforos muertos, farolas apagadas y rotas. El viento silbando por las calles desiertas de una ciudad muerta. La imagen del vacío. La imagen de la devastación. La imagen del Apocalipsis.
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Pero estoy vivo. Y quien está vivo puede luchar por su vida al siguiente día.
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No soy católico practicante, pero los acontecimientos de las últimas 24 horas parecen un castigo divino a algún gigantesco pecado colectivo de la raza humana. O un enorme monumento a su estupidez, según se mire… |
Definitivamente, el viejo mundo de los hombres había acabado. El nuevo mundo, el mundo de los No Muertos, el Mundo Cadáver había llegado para ocupar su lugar, eliminando poco a poco los rastros de nuestra presencia sobre la faz de la tierra.
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Algo dentro de su corazón se ha roto para siempre, de eso no cabe duda, pero ahora, al menos, está aprendiendo a convivir con el dolor. Que no es poco.
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Sus ojos se cruzaron con los míos por primera vez. Aún hoy, después de todo lo sucedido, puedo recordar ese momento como si hubiese sucedido hace cinco minutos.
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Un largo maullido saludó mi llegada ¡Lúculo! Mi pobre gato, desorientado, confuso, alarmado por mi tardanza, había salido de alguna forma hasta cubierta buscándome. Casi se me parte el corazón al pensarlo. Un sentimiento de gratitud y afecto enorme me invadió a medida que me acercaba al Corinto y podía verlo, empapado y temblando de frío, pero orgulloso, en la borda del barco.
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Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"