Apocalipsis Z. El principio del fin de Manel Loureiro
Un largo maullido saludó mi llegada ¡Lúculo! Mi pobre gato, desorientado, confuso, alarmado por mi tardanza, había salido de alguna forma hasta cubierta buscándome. Casi se me parte el corazón al pensarlo. Un sentimiento de gratitud y afecto enorme me invadió a medida que me acercaba al Corinto y podía verlo, empapado y temblando de frío, pero orgulloso, en la borda del barco.
|