El huerto de Emerson

El placer que un autor siente enfrentándose al blanco y rellenarlo sin ataduras, sin fronteras, sin criterio, por el puro deleite de juntar palabras que formen frases con algo de sentido y fonéticamente bellas, no es directamente proporcional a la experiencia que después, el lector vive.

El huerto de Emerson es un viaje a ninguna parte, por el laberinto de la memoria de Luis Landero (famoso en el mundo entero) sin pretensión alguna de hallar salida.
Un paseo sosegado, por los pensamientos, reflexiones y vivencias de un pasado que mal enfocados solo sirven para cumplir compromisos editoriales con más pena que gloria.

Un libro de tránsito, recurso de urgencia cuando las musas nada tienen que contar.

El relato de Pacha es malgastado de una forma absurda, habiendo un extraordinario hilo del que tirar, el extremeño lo "quema" de manera incomprensible, aquí había miga para una gran novela.

Junto a él, dos Ciprianas bajas en sal, y el resto de este cuaderno de notas, polvo y paja.

Muchas referencias literarias, algún spoiler gratuito ( que manía tienen) algún rezo a la inspiración ( muy original) y quizá, la mejor pluma castellana de los últimos tiempos para dar un paradójico resultado.
La hermosura del aburrimiento.

Ni novela, ni ensayo, ni memorias, ni conjunto de relatos, un poco de cada cosa y ninguna.

Un botafumeiro esparciendo humo vaporizado lujosamente adornado por la prodigiosa maravilla de su prosa.

Y es que al fin y al cabo, en el huerto de Landero, he recogido más patatas, que jugosas fresas.

Luis Landero es un escritor que me encanta, por lo que cuenta y, sobre todo, por cómo lo cuenta. He tenido la suerte de conocerlo en persona y, bueno, aunque no puedes juzgar a nadie por un encuentro fugaz, yo me hice una idea del tipo de persona que es: cercano, cariñoso, sincero, y ¡habla como escribe! O sea, divinamente.

En su libro “El balcón en invierno” Landero nos hablaba de su infancia en su pueblo natal (Alburquerque, Extremadura) y los primeros años de su juventud en Madrid, donde emigró con sus padres. En el libro que os traigo hoy “El huerto de Emerson” Landero vuelve a regalarnos una especie de diario/memorias en el que también va a rescatar momentos de su infancia extremeña, pero que va a ir mucho más allá: adolescencia, juventud, momentos presentes y pasados más o menos lejanos en el tiempo, no así en su memoria.

Como decía, estas son unas memorias cargadas de humildad, sinceridad, ternura y también humor. Una lección de vida nada moralista. Son memorias que también es novela. Es novela que también es poesía, aunque esté escrita en prosa. Y es que Landero juega con el lenguaje y las palabras hasta convertir en algo bello lo más insignificante, como por ejemplo un sapo croando en un patio al anochecer. Luis comienza con una chispa de recuerdo, de imaginación o fantasía, y tira del hilo hasta conseguir una composición perfectamente hilvanada y coherente para llegar a donde quiere.

Muchas son las cosas de las que nos habla el autor en este libro, muchas experiencias personales: la relación con los mayores del pueblo cuando era niño y también cuando era adolescente ya en Madrid, su primer trabajo, las mujeres, el amor, el sexo, su idilio con la literatura, sus clases y sus alumnos, el desánimo frente a la página en blanco, la muerte de sus padres…pero ante todo creo que este libro es una oda al poder y al valor de las palabras, del lenguaje y de la literatura que el autor hace desde tres puntos de vista que son los tres “Luises” que habitan en él: El profesor, el lector y el escritor.

Durante toda la obra vamos a encontrar decenas de referencias a libros y autores que de una manera u otra le han acompañado y/o marcado a lo largo de su vida: El quijote, El Lazarillo, La metamorfosis, Flaubert, Proust, Stendhal, etc. personajes y libros que se darán la mano con personas reales de su vida y juntos recorrerán estas páginas.

Una maravilla de libro que recomiendo a todo amate de la literatura en general y de la metaliteraura en particular. Una prosa que mece. Un libro que enseña y acompaña. Una maravilla.

Empiezo diciendo que ha sido una lectura grata y entretenida, que está escrito con una prosa hermosa y precisa, que, cómo lectora, me he sentido identificada con muchas de sus frases.
Pero también tengo que decir que no ha sido la lectura que esperaba y quizás ese es el problema: lo que yo esperaba. Cogí este libro en la biblioteca porque cuando terminé de leer "El balcón en invierno" me quedé con ganas de saber más de la vida del autor tal como la contaba en ese libro. Pensé que este libro tendría esa vida, pero aquí las pocas anécdotas de su vida y de su pasado que cuenta le sirven para hacer reflexiones interesantes sobre distintos temas. Este libro es una recopilación de relatos, divagaciones filosóficas, literarias o éticas cuyo resultado es pura literatura (aunque, a veces, me han parecido algo largas). Nos habla de sus dudas como escritor y como persona, de los miedos que lo han acompañado, nos habla de autores leídos y de literatura vivida. Eso sí, me llama la atención que no aparezca ni una sola mujer entre los autores de los que habla.