Una vida sin libros es una vida no vivida.
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Una vida sin libros es una vida no vivida.
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Pero aquello no era solo una canción. Era un hechizo. Que empezó con el rasgueo de cuerdas en espiral de un estribillo melancólico y que no tardó en ponerme los pelos de punta y en desarmarme por completo. Nunca había oído una canción semejante, capaz de hacer llorar a las piedras y de detener el viento para que este no se perdiera ni una sola de sus delicadas y conmovedoras notas. Era una canción de dolor y de anhelo, de exceso y carencia a la vez, que subía y te arrastraba a subir con ella mientras proclamaba -sin necesidad de la lengua de un hombre ni de algo tan débil como las palabras- una verdad indecible. Una esfera dulce y lastimera, como la curva perlada de las alas de los ángeles, fue subiendo in crescendo para después bajar con suavidad hasta regresar a esas mismas notas cálidas como ascuas del principio. Susurrantes, casi inaudibles, que te besaban la frente con sus labios sedosos y te decían que, aunque todo tiene un final y por ende esa oscuridad debía tenerlo también, ahora mismo, en este bendito y preciso instante, estabas vivo y respirando. + Leer más |
Tenía los ojos llenos de lágrimas. La agonía de una leona que haría cualquier cosa por proteger a su cría y que sabía que no podía hacer nada más
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Dale a alguien el poder de hacer lo que quiera y lo hará. Esa es la parte horrible: lo único que impide que algunas personas cometan las peores atrocidades que alcanzan a imaginar es el miedo a no salirse con la suya.
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La vida no es una historia que se cuente, de León. Es una historia que se vive. Lo bueno es que uno decide qué tipo de historia quiere vivir.
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Pon a un hombre en una habitación durante cien años con mil libros, y sabrá un millón de verdades. Póngalo en una habitación durante un año con silencio, y se conocerá a sí mismo.
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No hay miseria tan profunda como la que enfrentas solo. No hay noches más oscuras que las que pasas solo. Pero puedes aprender a vivir con cualquier peso. Tus cicatrices crecen lo suficientemente gruesas, se convierten en una armadura.
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Los corazones se lastiman, pero nunca se rompen.
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Todo el mundo sabe que la guerra es el infierno, sangrefría. Pero también hay un cielo en ella. Una alegría salvaje por permanecer en pie cuando tu enemigo desea que caigas.
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Nadie teme más a la muerte que el que se cree inmortal.
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Moby Dick, Herman Melville