Que sepas que no tienes nada que temer. Conmigo estás a salvo incluso en la punta de un acantilado, porque jamás te pediría que saltases.
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Que sepas que no tienes nada que temer. Conmigo estás a salvo incluso en la punta de un acantilado, porque jamás te pediría que saltases.
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-Creo que si dejases de obsesionarte con esa idea prehistórica de encontrar a tu príncipe azul, quizá aparecería cuando menos lo esperases, así, sin más.
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Eso es lo que pasa cuando una persona desaparece de repente de tu vida, que es imposible que los detalles, las palabras, las miradas y los recuerdos también se vayan igual de rápido, así, en un pestañeo.
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La persona que más ames, también será la que más pueda hacerte sufrir, aquella con el poder de joderte el corazón. Así que asegúrate de querer a una buena persona, o mejor aún y más práctico, de no querer a nadie.
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Me pasé el trayecto en metro intentando adivinarlas vidas de los demás viajeros, preguntándome si ellos sí conocerían el secreto de la felicidad.
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A veces nos sorprendemos. A veces nos damos cuenta de que llevamos tiempo reprimiendo cosas que queremos. A veces nos alejamos de aquello que deseamos ser y nos conformamos con lo que se espera de nosotros.
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Porque la vida, de algún modo retorcido, se compone de eso, de etapas que vamos dejando atrás, de sueños que cumplimos, de otros que dejamos por el camino y de los nuevos que llegan y te sacuden gritándote que luches por lo que quieres.
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Tenía la extraña sensación de estar acercándome paso a paso a eso llamado “felicidad”, a pesar de los baches del camino; porque a veces hace falta caer y volver a levantarse para darse cuenta de que llevabas años andando en línea recta, con la vista clavada en un punto fijo, pero sin ninguna parada para mirar y disfrutar del paisaje que te rodeaba. |
-No quiero que nadie más te bese -dijo con un gruñido-. Pensaba que sí pero no.
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¿Sabes esa sensación de estar perdido, de no encontrarte en ningún lugar? Pues así es como me siento, como me he sentido siempre.
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Gregorio Samsa es un ...