El miedo al fracaso se entremezclaba con la ilusión.
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El miedo al fracaso se entremezclaba con la ilusión.
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Qué dañino puede ser en ocasiones el silencio dentro de un matrimonio.
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¿Cómo encajaba una chica tan simple como yo en tu vida?, ¿qué podía ofrecerte?
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Eso es lo que ocurre cuando dos personas se conocen: todo es nuevo y fascinante, y los huecos de aquello que aún no sabemos pueden llenarse de fantasías sobre las que después cae el peso de la madurez.
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¿Qué puedo decir, Gabriel? Creo que, en ese instante, cuando alcé la vista y nos miramos en silencio y nerviosos, ajenos a las voces de los chiquillos, supe que iba a enamorarme de ti. O quizá fue antes, cuando te vi por primera vez. O día a día, conforme fuiste demostrándome con hechos y certezas que eras el mejor hombre que he conocido nunca.
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Los cambios pequeños pueden ser significativos.
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Jamás hubo nadie que pronunciase mi nombre como tú lo hacías, con delicadeza y fuerza a la vez. Aquel día memoricé el sonido y lo guardé entre nuestros primeros recuerdos.
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Sonaba ridículo, pero fuiste el percance más inesperado de mi vida en meses. Tenía una rutina tan marcada que pocas veces me enfrentaba a imprevistos.
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Pero a veces algunos corazones están tan dañados que ya no saben cómo latir a otro ritmo que el que un día les impusieron.
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Me dijiste una vez que pensabas que la vida eran instantes, fotografías que se quedan en nuestra memoria, palabras sueltas que nos guardamos incluso sin saber por qué.
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Gregorio Samsa es un ...