Hazme caso: ese tío es gay y está más metido en el armario que la niña de las crónicas de Narnia.
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Hazme caso: ese tío es gay y está más metido en el armario que la niña de las crónicas de Narnia.
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Sé lo que hace el dinero con las cosas, Anne, y yo no quiero que eso les pase a mis dibujos -me dijo una vez-. No quiero preocuparme de lo que gano con ellos, porque entonces tendré un poco menos de libertad para dibujar.
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Bueno, es algo más que mi mejor amiga. Es mi alma gemela. La persona a la que le confiaría mi vida.
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Creo que es el momento en el que soy consciente de verdad de que quiero mucho más de eso, y que ni siquiera necesito la seguridad de un «para siempre» o de una historia perfecta. Solo quiero más días de despertar sin ropa y tener todavía la sensación de su boca en mi cuerpo y su voz suplicando mi nombre resonando en mi cabeza, más de esos ojos que me miran como ella lo hace, más de su risa y sus abrazos y su manera de cuidarme.
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Una historia de amor, al fin y al cabo. Imperfecta, con personas que se encuentran, se quieren y se separan no por grandes complicaciones, sino porque simplemente no es el momento o el lugar.
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Es un momento maravilloso, ese en el que eres una con la historia, en el que puedes escuchar a los personajes susurrarte al oído. No sé si en el amor hay siempre música de fondo, pero sé que para mí escribir tiene sonido propio, que hay ritmo escondido en las teclas que tengo hago las manos.
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Creo que hablamos algo. Creo que nos reímos. Creo que nos miramos durante un siglo entero.
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Bocazas. Soy una bocazas. Anne, con e de estúpida. Anne, la de la lengua más suelta del mundo. Anne sin filtros.
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Si quisiera contar una historia de amor en el mundo real, la situaría en Tejas Verdes, entre sus sillas desiguales y sus mesas adornadas con flores frescas.
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(...) porque hay un montón de historias que empiezan justo así, entrando en un lugar por primera vez y enamorándote de él, de los secretos ocultos en sus muros, en sus pasillos.
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Manolito ...