Señores del centro, señores de los extremos, la mayoría del pueblo sufre. Llámese esto república o llámese monarquía, el pueblo sufre. Es un hecho. El pueblo tiene hambre, tiene frío, y la miseria lo empuja, según el sexo, al crimen o al vicio. Tengan piedad del pueblo: el presidio les arranca a sus hijos y el lupanar a sus hijas. Tienen ustedes demasiados presidiarios, demasiadas prostitutas. ¿Qué demuestran estas dos lacras? Que el cuerpo social tiene viciada la sangre. Y ahí están ustedes, reunidos en consejo en la cabecera del enfermo; ocúpense de la enfermedad. Una enfermedad a la que ustedes no le están dando un tratamiento adecuado. Estúdienla mejor. |