El último día de un condenado a muerte de Victor Hugo
¡Ay! ¡Amar ardientemente a un único ser, amarlo con todo el amor del mundo, tenerlo delante de ti, y que te vea y te mire, te hable y te conteste, y que no te conozca! ¡No querer más consuelo que el suyo, y que sea la única persona que no sabe que la necesitas porque vas a morir!
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