Las privaciones y el dolor son una manera de debilitar las defensas de una persona.
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Las privaciones y el dolor son una manera de debilitar las defensas de una persona.
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La Maña no ejercía el control sobre las bestias, solo permitía asomarse a su vida.
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Me despedí de mis animales, intentando transmitir a Herrero que habrían de pasar muchas comidas y muchas noches antes de que volviéramos a vernos. Se agitó, me lisonjeó y protestó para que lo llevará conmigo, arguyendo que lo necesitaría. Había crecido demasiado para cogerlo en brazos y abrazarlo. Me senté, se subió a mi regazo y lo sujeté. Era tan cálido y sólido, tan próximo y real... Por un momento sentí que estaba en lo cierto, que lo necesitaría para sobrevivir a aquel fracaso. Pero me recordé que él estaría aquí, aguardando mi regreso, y le prometí varios días de mi tiempo para él solo cuando volviera.
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No hay nada que desaliente tanto a un hombre como la expectación del fracaso.
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Si fuese capaz de tomar una decisión cuya firmeza durara más de un segundo, pondría fin a todas mis desdichas.
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Pero mis ansias de encumbramiento, mi afán de demostrar sin sombra de duda mi derecho a aquella magia real, me habían predispuesto a aceptar cualquier majadería que él tuviera a bien ofrecerme. Algo chascó en mi interior, como si de repente hubiera encajado en su sitio la pieza fundamental de un rompecabezas de madera. Me habían sobornado con ofertas de conocimiento igual que podrían haber sobornado a otro con promesas de oro.
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Pero no fui capaz de asir la inmensidad de lo que de improviso supe que había llegado a sentir por ella. La simple verdad huyó de mis labios, [...] y la oportunidad se perdió para siempre, volatilizada como la espuma en alas del viento.
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No huyas. Huyendo nadie ha conseguido nada jamás.
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Bueno, ¿qué pensabas hacer? ¿Pasarte el resto de tu vida escondido en los establos? No. Tienes que volver. Tienes que volver, mantener la cabeza erguida y compartir la mesa con el resto de los habitantes del castillo, dormir en tu cuarto, vivir tu vida.
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Se abatió sobre mí la soledad, la mortífera melancolía de saber que ella nunca había sido ni sería más conciente de mí de lo que era de Herrero en ese momento. De modo que acepté sus lacónicas palabras como acepta un ave un puñado de migas de pan duro y me propuse respetar la cortina de silencio que había corrido entre nosotros.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?