Sea ciencia ficción o realidad, lo cierto es que las mujeres necesitamos narrarnos y leernos desde otro punto de vista, comenzando desde algo tan sencillo como el propio aspecto físico. Por muy rompedor y feminista que fuera el personaje, durante décadas la protagonista tenía que estar buena incluso para cazar vampiros, y no se trata de excluir a las que entran en ese canon, sino de que al fin veamos reflejada la diversidad de físicos, intelectos, ánimos, edades, etnias, sueños o ambiciones: la diversidad absoluta de mujeres reales, igual que nadie tuvo que pedir a Woody Allen, Bill Murray o Santiago Segura que fueran guapos para tener papeles protagonistas.