¿Un ángel o tu demonio?

Entonces, los brazos del joven cayeron a ambos lados de su cuerpo, inertes, vacíos sin ella, como si acabaran de descubrir que su único cometido, la razón de su existencia, era abrazar a esa mujer.

Y él quiso decir que no, que todo era gracias a ella, pero prefirió guardar silencio y disfrutar de ese momento que no podría olvidar jamás. Tras décadas sin esperanza, por fin había escuchado la melodía de su propio corazón.

Y por primera vez en su vida, Exael St. Michael creyó tocar el cielo. Sí, lo creyó...

Y en cuanto la tocó, Exael lo supo.
Sudor frío, un latido más intenso de lo común y la sensación de que su estómago subía repentinamente hasta golpear contra sus pulmones... Ahí estaba la certeza de que en ese asunto podía perder mucho más de lo que podía ganar.