No hay nada más doloroso y corrosivo que la desconfianza.
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No hay nada más doloroso y corrosivo que la desconfianza.
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Una vez que tomo una decisión, soy una fuerza imparable.
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Los agujeros de la vida son permanentes. Hay que crecer alrededor de ellos y amoldarse a los huecos.
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Nunca comprendió que era posible echar de menos y llorar lo que nunca se ha tenido.
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Describes su comportamiento (leer tus emails, repasar el historial del navegador) como si fuera algo común, algo normal. No lo es, Megan. Invadir la privacidad de alguien hasta este extremo no es normal. De hecho, suele considerarse una forma de abuso emocional.
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Lo único que sé es que, un minuto estoy bien y la vida es dulce y no echo nada en falta y, al siguiente, me disperso, comienzo a desvariar y otra vez me muero por escaparme.
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Voy a ir a la comisaría de policía para confesar. Voy a contárselo todo: que perdí mi trabajo hace meses, que el sábado por la noche estaba muy borracha y que no tengo ni idea de qué hora era cuando llegué a casa. Voy a decirle lo que debería haberle dicho ayer: que está buscando en la dirección equivocada. Voy a revelarle a Gaskill mis sospechas de que Megan Hipwell tenía una aventura.
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Volver a casa es la familiaridad de subir una escalera y saber exactamente que escalón crujirá.
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Sol radiante, cielos despejados, nadie con quien jugar, nada que hacer. Vivir tal y como lo hago hoy día resulta más duro en verano, cuando hay tantas horas de sol y tan escaso es el refugio de la oscuridad; cuando todo el mundo está en la calle, mostrándose flagrante y agresivamente feliz. Resulta agotador y una se siente mal por no unirse a los demás.
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Sol radiante, cielos despejados, nadie con quien jugar, nada que hacer. Vivir tal y como lo hago hoy día resulta más duro en verano, cuando hay tantas horas de sol y tan escaso es el refugio de la oscuridad; cuando todo el mundo está en la calle, mostrándose flagrante y agresivamente feliz. Resulta agotador y una se siente mal por no unirse a los demás. El fin de semana se extiende ante mí, cuarenta y ocho horas vacías para ocupar. Me vuelvo a llevar la lata a los labios, pero ya no queda una sola gota. |
En qué año fue publicada esta novela