El silecio era el unico valor seguro, el único remedio eficaz contra el infortunio probable, hipotético y hasta inexistente, la inefable receta que se aplicaban por igual los ricos y los pobres, los más humildes y muchos poderosos
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El silecio era el unico valor seguro, el único remedio eficaz contra el infortunio probable, hipotético y hasta inexistente, la inefable receta que se aplicaban por igual los ricos y los pobres, los más humildes y muchos poderosos
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La enfermedad mental es la peor cárcel que existe. Es una cárcel que encierra hacia dentro, que atrapa a una persona y no la suelta jamás, y le arrebata todo lo que tiene, y la hace odiosa para su familia, para las personas que la quieren.
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Así comprendí que las jaulas no siempre estaban fuera, en las amenazas y los chantajes de las personas que tenían el poder. También podían estar dentro, incrustadas en el cuerpo, en el espíritu de todas las mujeres perdidas que asumían mansamente un destino que no habían elegido, sólo porque otros habían decidido que lo que más les convenía era volverse decentes.
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...las ilusiones son más venenosas que los pesticidas...
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La infinita tristeza de aquel hombre, que no decía nada mientras negaba sin parar con la cabeza, me partió el corazón, abriendo una grieta tan profunda que los contratiempos burocráticos, las envidias profesionales, la eugenesia fascista o los despachos de pentotal, nunca podrían rozarla siquiera.
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La enfermedad mental es la peor cárcel que existe. Es una cárcel que encierra hacia dentro, que atrapa a una persona y no la suelta jamás, y le arrebata todo lo que tiene, y la hace odiosa para su familia, para las personas que la quieren. A nadie le interesa ocuparse de los enfermos mentales, usted lo sabe, la sociedad prefiere actuar como si no existieran, y nos los traen aquí, los dejan solos, y la mayoría de las veces no vuelven a verlos nunca más.
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El fin nunca justifica los medios, y quien se cree capaz de decidir sobre la vida de los demás, puede acabar creyéndose con derecho a decidir cualquier cosa.
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-Mucho gusto- dije al estrechar la mano del ideólogo de la eugenesia fascista española, creador de la teoría de que el marxismo era un gen perverso, intrínsecamente asociado con la inferioridad mental, que debía extirparse a toda costa, fusilando a sus portadores y arrebatándoles a sus hijos recién nacidos para entregarlos a familias intachables, que sabrían neutralizar su pésima herencia genética a través de la adecuada educación religiosa y patriótica.
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Además, nuestras internas sólo son mujeres, y qué le voy a contar... Honestamente le digo, si las cuerdas importamos poco, imagínese las locas, ellas son las últimas de todas las filas. ¿Usted sabe cuántas de nuestras internas son esposas de hombres poderosos que consiguieron ingresarlas aquí para quitárselas de en medio, inhabilitarlas y vivir tranquilamente con sus queridas? Aunque no fuera director de un manicomio masculino, una autoridad como Vallejo nunca aprobaría que las mujeres se beneficiaran de la nueva medicación antes que los hombres... ¿Me entiende?
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María y yo éramos las dos únicas personas de Ciempozuelos que le teníamos cariño a Aurora Rodríguez Carballeira y aún más. Éramos las únicas que la aguantábamos en una comunidad donde tenía una mala fama, de asesina, de egoísta, de altiva, de soberbia, que se había ganado a pulso.
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¿En qué ciudad nació Almudena Grandes?