Las palabras que no se dicen hieren, golpean pinchan, queman, destruyen los tejidos del cuerpo y del espíritu.
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Las palabras que no se dicen hieren, golpean pinchan, queman, destruyen los tejidos del cuerpo y del espíritu.
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Las preguntas verdaderamente importantes son siempre más importantes que cualquiera de sus respuestas.
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Hay muertes que valen más que muchas vidas juntas.
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Sin embargo, hasta las personas más valientes, las más justas, las más honradas, interpretan la realidad de acuerdo con sus propias ideas sobre lo que es bueno y lo que es malo, lo que desean, lo que temen, lo que creen, lo que detestan. Y al hacerlo, fabrican su propia verdad.
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La guerra no ha terminado, ¿lo entiende? Esto todavía es una guerra, y la gente sigue luchando en el bando que le ha tocado en suerte
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En las personas valientes, el miedo es sólo consciencia del peligro, pero en las cobardes, es mucho más que ausencia de valor. El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas.
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"porque las palabras que no se dicen hieren, golpean, pinchan, queman, destruyen los tejidos del cuerpo y del espíritu"
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— En las personas valientes, el miedo es sólo consciencia del peligro —añadió—, pero en las cobardes, es mucho más que ausencia de valor. El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas. Las personas cobardes tienen miedo hasta de sí mismas.
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– Y por una puta mierda… ¿vamos a dejar dos viudas y siete huérfanos, ahora que lo único que quieren es marcharse? – Yo, desde luego, no — al escuchar eso, fue mi padre quien asintió con la cabeza—. Por mí, que se vayan y que les vaya bien, que lleguen muy lejos y que no vuelvan nunca. – Y a ver si algún día podemos volver a vivir como personas. – Todos. – Sí. Ellos y nosotros. |
Todos los días comenzaban igual, los mismos pasos, las mismas palabras, y aquel beso pequeño como si quisiera quedarse impreso para siempre en mi mejilla.
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¿En qué ciudad nació Almudena Grandes?