Los templarios

Gran parte de las fuentes se presentan en el contexto del proceso, que estaba plagado de documentos fraudulentamente alterados y de testimonios arrancados bajo tortura

Todo hace pensar que inicialmente la denuncia solo debía afectar a Jacques se Molay y a su círculo más estrecho de partidarios,, con el fin de eliminar a este personaje irreductible y orientar la sucesión a favor de un candidato más diplomático

En presencia del pontífice, Perraud admitió que, en efecto, en la orden del Temple se practicaba una costumbre que imponía a los nuevos miembros renegar de Cristo y escupir a la cruz durante la ceremonia

En el mundos secular corría desde hacía tiempo el rumor de que en el seno de la orden , herméticamente cerrada por el doble y riguroso secreto religioso y militar, se mantenían costumbres extrañas, como ciertas formas de sometimiento y de humillación del novicio que practicaban los mayores, quienes imponían la obligación de mostrar reverencia a los superiores al extremo de besarles las nalgas

Felipe el Hermoso exigió que el tesorero central, fray Jean de la Tour, le pagará 300 000 florines de oro, una suma enorme ... cedió el gigantesco préstamo sin conocimiento del maestre, no exigió ninguna garantía a de devolución

En París estalló una revuelta y Felipe el Hermoso se vio obligado a refugiarse con la corte en el fuerte de la Torre del Temple. Hay quienes opinan que el rey, al ver con sus propios ojos el tesoro que custodiaban los templarios, fue presa de la codicia

ción le hizo caer en una especie de trarm Dudo liberarse. Las fuentes lo describen como un personaje capaz y moderado, un diplomático sagaz, por lo que es dificil para el historiador comprender cómo un hombre de esas características, avezado en las intrigas de la política internaciona, pudo caer en la encerrona que le preparó el Consejo de Francia y convertirse directamente en la brecha a través de la cual Guillaume de Nogaret y SuS Colegas se infiltraron en el temple y lo destruyeron

Bonifacio VIII mandó redactar una bula de excomunión contra el rey de Francia titulada Super Petri solio, pero una expedición de soldados franceses al mando de Guillaume de Nogaret, se unió a una banda de hombres de los Colonna en las cercanías de la ciudad de Agnani donde se hallaba el papa

Bernard Sassiet (obispo de Palieres) fue acusado de lesa majestad y condenado a muerte por orden regia, sin la más mínima consulta al papa

Como prenda de la paz que todos deseaban, el papa concedió la canonización de Luis IX, que su sobrino Felipe IV anhelaba tan ardientemente