Los templarios

La orden conoció una cierta laicización en el curso de sus casi dos siglos de vida, con el progresivo descenso del número de sacerdotes, que a comienzos del siglo XIV ya no estaban presentes en todas las comunidades

La historiografía contemporánea ha demostrado que estos poetas ilustres (Jacopone da Todi y Dante Alighieri), auqnue de buena fe, no eran objetivos en lo relativo a Bonifacio VIII, verdadero enemigo político de ambos

Los cruzados sitiaron la capital de Oriente y, tras un terrible saqueo, establecieron allí una nueva dinastía imperial de sangre francesa que se mantendría el poder más de cincuenta años

El gran maestre, Guillermo de Beaujeu, perteneciente a la alta nobleza francesa y magnífico ejemplo de valores caballerescos y virtufes cristianas, murió en el intento de salvar Acre

Se había formado en la orden templaria algo así como dos polos de poder: el de Chipre, compuesto por militares siempre empeñados en el diálogo diplomático con los gobernantes cristianos de Oriente para estudiar nuevos planes que posibilitaran la recuperación de Tierra Santa, y el de Occidente, orientado por sargentos financieros y caballeros con cargos administrativos y diplomáticos, para quienes lo prioritario era el acuerdo con las coronas de Europa

La orden poseía una cerrada red de castillos e instalaciones militares en todo el territorio, en particular a lo largo de las diversas rutas que unían las ciudades principales

Se rapan el pelo al ras, convencidos de la palabras del Apóstol según las cuales es para el hombre una vergüenza cuidarse la cabellera

Para albergar todo aquel dinero se erigió una importante fortaleza, la grandiosa Torre del atemole, en el actual distrito de Marais, donde permaneció hasta su destrucción durante la Revolución

La orden proveía las armas, que eran símbolo y a vez manifestación del orgullo militar, pero debían ser sumamente sobrias. Estaban prohibidas las formas de decoración al uso en el mundo secular, que incluían el enchapado en oro y plata de algunos de sus elementos

Según el testimonio del poeta Geoffroy de París, que probablemente estuvo presente en la ejecución, Jacques de Molay habría llamado ante el tribunal de Dios tanto al rey de Francia, que los había atacado a traición, como al papá, que los había abandonado