Perdida

Probablemente fui más feliz durante aquel par de años —mientras pretendía ser otra persona— que durante todos los anteriores o posteriores. No consigo decidir qué significa eso

Me fue arrancando cachos a golpe de indiferencia: mi independencia, mi orgullo, mi autoestima.

Hay una diferencia entre querer de verdad a una persona y querer la idea que te has hecho de ella.

Cuando pienso en mi esposa siempre pienso en su cabeza.

¿En qué estás pensando, Amy? La pregunta que más a menudo he repetido durante nuestro matrimonio, si bien nunca en voz alta, nunca a la única persona que habría podido responderla. Supongo que son preguntas que se ciernen como nubes de tormenta sobre todos los matrimonios: “¿Qué estás pensando? ¿Qué es lo que sientes? ¿Quién eres? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?

Porque no se puede estar tan enamorados como lo estuvimos nosotros sin que ese amor te invada hasta el tuétano. Nuestro amor puede entrar en remisión, pero siempre sigue ahí, esperando para regresar. Como el cáncer más dulce del mundo

Y si todos interpretamos un papel, es imposible que exista nada semejante a un compañero del alma, porque lo que tenemos no son almas de verdad.

Había llegado hasta tal extremo que ya nada parecía tener importancia, porque yo no era una persona real y tampoco nadie más lo era. Habría hecho cualquier cosa por volver a sentirme real.

Tiene algo de perturbador, evocar un recuerdo cálido y que te deje completamente frío.

A lo mejor no había finales felices en mi futuro.