robertopffa16 November 2023
Aconsejar a un niño es como arrojar arena contra un muro de obsidiana. Nada se queda. La certeza brutal es que cada uno sufrimos nuestras propias lecciones, no podemos evitarlas. No podemos dejarlas atrás. No puedes darle a un niño tus cicatrices, llegan como telarañas, aprietan, ahogan y el niño sufrirá la presión y el estrés hasta que se rompan. No importa la nobleza de tus intenciones, las únicas cicatrices que les ensañarán algo son las que adquieran por sí mismos.
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