La conciencia del asesino

Diego Benítez es un inspector sevillano que lleva poco tiempo trabajando en la comisaría de Pamplona. La forma de hacer las cosas no es igual en Pamplona que en Sevilla y los navarros no tienen nada que ver con los sevillanos; menos aún, los navarros de los pueblos perdidos por los montes.

A Diego y a su compañero David Calonge les avisan para que vayan a investigar un asesinato que se ha producido en la sede de la empresa Fundiciones Vasco Navarras, en un pueblo situado en el punto de unión entre Navarra, Guipuzcoa y Álava. El problema es que cuando llegan allí se desata la mayor tormenta de nieve que Diego ha visto en su vida, la cual hace que queden aislados. No sólo con un cadáver, sino también con un asesino. Porque ese cadáver no es el único que descubrirán los dos policías…

“La conciencia del asesino” comienza como una novela policíaca bastante típica: un asesinato y dos policías encargados de resolverlo. Pero pronto veremos que hay poco típico en esta investigación. Por una parte, el protagonista. Por otro, el escenario. Finalmente, el tono humorístico del que Gorka Eceolaza impregna la novela.

El protagonista, Diego Benítez, no es el típico sevillano (no la idea que se ha dado de los sevillanos como personas siempre alegres y simpáticas). No, de simpático tiene poco Diego. Pero, eso sí, el contraste que va hacer con los navarricos de la zona es tremendo. Diego no está acostumbrado a tratar con personajes como los que aparecerán por la novela y no sabe cómo actuar. Ya he leído otras novelas en las que se enfrentan los caracteres de personajes de diferentes lugares (ahora mismo se me ocurren las de Domingo Villar) y el resultado suele ser muy bueno. En este caso, lo es. Hay escenas entre Diego y algunos personajes francamente divertidas pues el carácter de los navarros consigue sacar de quicio al nervioso inspector sevillano. Por ejemplo, algunos diálogos que mantiene con Mateo Urtain o el interrogatorio de la madre de los gemelos (la “iturriko Andrea”) no tienen desperdicio

El escenario es otro de los puntos fuertes de la novela. Más que el escenario, el ambiente tan opresivo que consigue dibujar el autor. Imaginaos: una gran nevada y varias personas aisladas en una inhóspita fábrica en medio del monte; con un asesino suelto para más inri. La mayor parte de las escenas se desarrollan dentro de la fábrica pero, incluso cuando los personajes salen al exterior, la gran tormenta que está cayendo hace el lector llegue a sentir una cierta claustrofobia. Sin duda, la ambientación está muy conseguida. También cuando la historia se desarrolla en otros lugares como Barcelona o Canarias.

Finalmente, el tercero de los puntos fuertes de la novela es el tono humorístico de la misma. Y esto es lo que más me ha sorprendido porque no me lo esperaba en absoluto. Tampoco se da desde el principio: sí que hay algunas escenas en los primeros capítulos un poco más ligeras (sobre todo por el contraste andaluz-navarro) pero, en mi caso, todo comenzó cuando conocí a la “iturriko Andrea” y con el interrogatorio que le hace Diego. de repente me sorprendo a mí misma soltando una risotada. ¿Pero qué hago yo riéndome en una novela policíaca? No es “La conciencia del asesino” una novela de humor ni mucho menos pero sí que hay escenas que son graciosas y diálogos muy chispeantes. Y a mí, que me suele gustar la mezcla intriga/humor, me ha gustado encontrármela cuando no me lo esperaba

El estilo del autor es sencillo y la lectura también. La historia tiene bastante ritmo y pasan muchas cosas en muy pocas páginas. Eso es bueno, evidentemente, pero también hace que no se profundice demasiado en algunas cosas que, en mi opinión, hubiesen necesitado más desarrollo. Hay algunas cosas que se dan por supuestas (por ejemplo, ¿qué pasa con la comisión judicial? Es verdad que la tormenta impide acercarse a la fábrica pero Benítez y Calonge sí pudieron llegar así que se hace necesaria una explicación de por qué el juez, el letrado de la administración de justicia y el forense no llegaron). También hay otras escenas -escenas del crimen- que creo que podrían haberse estirado un poco. Alabo el poder de concisión del autor y soy de la opinión de que menos es más pero también creo que la historia daba para un poco más de desarrollo y que la novela hubiese ganado en profundidad. Son unos “peros” pequeños, que no me han impedido disfrutar de una lectura muy entretenida



Conclusión final

“La conciencia del asesino” es una novela de corte policíaco con un inesperado tono humorístico que me ha hecho pasar un buen rato
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Lo que parecía que iba a ser una lectura sobre unos asesinatos y la búsqueda de un culpable, ha resultado tener el añadido de un punto de comicidad que no me esperaba, además de conseguir un relato en una atmósfera casi cerrada, si bien transcurre prácticamente al aire libre, debido al aislamiento de la zona donde se desarrolla todo, que le aporta mayor valor al texto.

Partimos, como en toda novela policíaca o de detectives, de un héroe pasado de rosca, alcohólico, solo, de capa caída, que afronta su trabajo en el norte de España con todo lo que su talante andaluz le permite. Junto con su joven compañero, acude a un aviso de accidente en una fábrica justo el día que una gran tormenta de nieve ha convertido ese paraje en una zona muy fría y aislada (de hecho deben moverse con un trineo tirado por perros, algo que cuesta encajar pero que seguro es más común de lo que yo pienso). A partir de ese comienzo los hechos se van desencadenando sin tregua y sin frenar el ritmo de la trama.

Lo que le hace particularmente original no es la historia en sí, que por otro lado mantiene la intriga suficiente alrededor del asesino y su conciencia hasta cerrar el círculo, sino el humor narrativo usado por el protagonista en sus reflexiones (habla continuamente consigo mismo de forma que escuchamos todas sus pensamientos), más sarcástico y prosaico que íntimo y altivo. Si bien, confieso que al comienzo de la lectura este recurso literario para acercarnos al protagonista no conseguía centrarme, es decir, que me tenía desubicada, poco a poco me fui acostumbrando hasta llegar a lograr que conectara con él y con sus decisiones, a pesar de la distancia que hay entre él y yo.

Con una narración en tercera persona, excepto algunos capítulos en las que nos encontramos con el asesino y su conciencia que nos permiten conocer el porqué y el cómo, resulta una lectura muy fácil, algo fría, nada descriptiva, en algunos momentos con sabor a novela negra, y con la sensación de que todo en la partida comenzada por el asesino está orquestado y tiene sentido.

Dejando a un lado esa sensación que he tenido de que la novela va creciendo en interés y en atención, pasando de un "no sé, no sé" a un "me está gustando", creo que tanto el paisaje construido alrededor de varios asesinatos como una búsqueda contrarreloj nos aíslan como a ellos de forma muy acertada e interesante y nos incitan a reflexionar sobre la naturaleza humana, sus motivaciones, las consecuencias de lo que ocurre a nuestro alrededor y cómo todo afecta a los demás. Asimismo, propone un juego algo cómico entre los estereotipos de andaluces y vascos y cómo se ven unos y otros a través de ciertos diálogos que, en algún momento, me han arrancado más de una carcajada (otra cosa que no me esperaba para nada).

Y como todo tiene sentido, si la portada os llama la atención, os diré que tiene un porqué que descubriréis a lo largo de la lectura.
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