Cuando te escribo, te traigo muy cerca de mí. Siempre ha sido así.
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Cuando te escribo, te traigo muy cerca de mí. Siempre ha sido así.
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(...) eres la única mujer a la que le escribo, a la que le escribo como escribo, como soy, como me apetece. En realidad eres mi diario, pero no te quedas callada como un diario. No eres tan paciente. Siempre te entrometes, replicas, me contradices, me confundes.
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Escríbeme cuando vayas a escribirme. No hace falta que estés en tu mejor etapa. Me conformo con la segunda mejor.
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Desde que imagino tu cara mientras leo tus líneas, puedo reconocer mucho más rápido de qué humor estás cuando me escribes y qué significan realmente tus palabras cuando sin duda significan algo muy distinto de lo que parece. Imagino tus labios dejando salir las palabras. Imagino tus pupilas veladas comentando el suceso.
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Por primera vez hemos mirado lo que había tras la fachada de nuestra relación: todo estaba mohoso y desolado. Nunca lo cuidamos, ni lo limpiamos, ni lo aireamos, todo estaba en mal estado, con grandes daños. ¿Será posible repararlo?
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Él intenta salvar lo que aún se puede salvar. Yo intento averiguar si aún queda algo por salvar.
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Asunto: Dime solamente… a) …si borras mis mensajes sin leerlos. b) …si los lees y los borras. c) …si los lees y los guardas. d) …si no los recibes. |
Sólo se mira hacia delante el supuesto destino, y no a los costados, donde pasan los momentos por los que merece la pena pagar el viaje.
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(...) todo lo que me rodea está cambiando, sólo estas letras siguen siendo las mismas. Me hace bien aferrarme a ellas. Tengo la sensación de que al menos así soy fiel a mí misma. No hace falta que me contestes. Creo que incluso es mejor que no lo hagas.
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Sólo hay una consecuencia lógica de tres letras. Tantas veces hemos temblado de pensar en ella… Tanto tiempo la hemos aplazado, disimulado y evitado… Ahora nos ha salido al encuentro y me toca a mí anunciarla: FIN.
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Gregorio Samsa es un ...