En realidad sólo me has castigado con tu silencio. Lo que hasta ahora nos había unido y comprometido eran… palabras. Si todavía te importa algo de mí, ¡háblame!
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En realidad sólo me has castigado con tu silencio. Lo que hasta ahora nos había unido y comprometido eran… palabras. Si todavía te importa algo de mí, ¡háblame!
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Tus miradas posteriores querían decir: «Esto es lo que querías desde el principio. Pues ya lo tienes». No, no era eso lo que yo quería, ¡y tú lo sabes! Nunca habíamos estado tan cerca y al mismo tiempo tan lejos.
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Las heridas no duelen menos cuando te obsesionas con repartirlas entre sus posibles causantes. Después de hacerle pagar algo a alguien, siempre te vuelves todavía más pobre de lo que eras.
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¿Quieres que deje de escribirte? (...) ¿Qué significa esto? Significa que: ni tú misma sabes si quieres que te escriba, te da igual que te escriba o no, definitivamente no quieres que te escriba, ya no lees mis mensajes. |
Me gustaría mucho estar ahí cuando me necesites. Me gustaría mucho hacer algo útil por ti. Me gustaría mucho saber qué piensas y qué sientes. Me gustaría mucho compartir tus pensamientos y tus sentimientos. Me gustaría mucho descargarte de la mitad de todo, por muy desagradable que sea.
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Quizá me desprecias por cada una de las palabras que te he escrito. Quizá me odias por cada una de las letras que sigo enviándote. Pero no puedo evitarlo.
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Ya no se puede dar marcha atrás. Me odio a mí mismo por esto, pero sólo había dos posibilidades. O la retirada y el silencio de por vida. O la verdad. Demasiado tarde. Imperdonablemente tarde. Es imperdonable, lo sé.
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Me mandas unos mensajes bonitos… y te lo perdono todo, hasta las pausas intencionadas de nueve meses y medio.
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(...) nuestra «historia» no había acabado todavía. La huida nunca es el final, sólo su retraso.
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Porque el hombre de las palabras había salido subrepticiamente de mi vida sin decir palabra.
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Gregorio Samsa es un ...