El cielo envenenado

Es verdad que no podemos leer un libro escrito hace más de 100 años con la visión de nuestra época actual; pero en el caso de este libro los años no le han hecho bien.
A diferencia del súper conocido Sherlock Holmes, El mundo perdido, o varios de sus cuentos de terror, esta novela corta no ha sido favorecida por el pasar del tiempo, los personajes (y muchas de sus opiniones) son bastante antipáticos y las situaciones nada creíbles, así como un final ridículo. Pero vayamos por partes.
Tomemos como definición del éter el dado por la RAE, que es: Fluido sutil, invisible, imponderable y elástico que se suponía que llenaba todo el espacio y, por su movimiento vibratorio, transmitía la luz, el calor y otras formas de energía; ahora, la historia nos cuenta que en su vagar por el universo, la galaxia (por extensión nuestro mundo) atraviesa un éter tóxico (que terminaran nombrando Datura) y debido a esto morirá todo mundo, al punto en el que la narración inicia parte de la población mundial ha empezado a morir y los personajes protagonistas se encuentran en una especie de histeria que es un síntoma de envenenamiento del éter (lo siguiente es caer en una especie de coma, seguido por una muerte sin dolor).
Esta novela es una continuación de El mundo perdido, en la que vuelven a hacer acto de presencia Ed Malone, Lord John Roxton, el profesor Summerlee, el profesor Challenger y su esposa (cuyo nombre es Jessie, pero aquí nunca lo mencionan). Fuera de la mención de que los personajes de que originalmente se habían reunido para conmemorar su reunión por el tercer aniversario de la expedición que sucede en El mundo perdido, la trama de esa novela no es relevante, ya que no se volverá a tocar el tema.
Nos encontramos como lectores a uno de los fines del mundo más estoicos en la historia de la literatura. Nuestros personajes se encierran en una habitación con contenedores de oxígeno para alargar el enfrentarse con su inevitable muerte (porque aparentemente la atmosfera no pudo evitarlo, pero una habitación encerrada está bien; aunque te explican que el éter sigue ahí realmente al final no dan una explicación que aclare nada). Challenger es bastante desagradable (pero es algo que en la otra novela ya se había demostrado), sin embargo, en esta obra a pesar de haber escrito una carta para avisar lo que venía, no se molesta en lo mínimo en contarle a nadie de su hipótesis del oxígeno, esto a pesar de que tiene contacto por teléfono y fax con gente de todo mundo, y había pedido a sus invitados que llevaran el oxígeno a su casa. Parte de su alegría es que la gente va a morir sabiendo que él lo supo primero.
Si bien uno es consciente de que la novela se cuenta desde una visión de unos personajes con una visión blanco colonialista, es difícil que los comentarios de Challenger sobre que las “razas menos desarrolladas han sido las primeras” en morir (y aquí menciona que ya no hay aborígenes en Australia, África ya ha desaparecido y no llegan noticias de Sudamérica) no te resulten algo molestos, porque para el hombre banco y con un intelecto superior que se considera Challenger TODO un continente resulta tener el mismo desarrollo.
Volviendo a la muerte, encontramos a los protagonistas teniendo asiento en primera fila para admirar la muerte de cientos de persona (miles, cuanto tomamos en cuenta lo que se presenta más adelante y millones tomando en cuenta a aquellos que no ven morir pero son conscientes que lo han hecho). Se enfrenta a la extinción humana y su inminente muerte, y (tomando en cuenta las circunstancias) ¡Su reacción es prácticamente apática! La única que llega a mostrar algo de sentimiento es la esposa de Challenger y aun así la reacción de ella es mínima. El tema del fin del mundo y las sociedades post apocalípticas son un tema bastante abordado actualmente y si algo nos ha dejado es la enseñanza de que ante el inminente final un hombre sin esperanza puede volverse un monstruo, sin embargo, en El cielo envenenado todos los personajes (si bien no son tantos) se enfrentan al fin del mundo como unos auténticos caballeros y ven a la muerte de frente con una taza de té en sus manos.
Y el final no hace nada por ayudar a mejorar la novela (y solo estoy siendo amable de decir que debido a él mi valoración pasó de 3 estrellas a dos, haciéndome considerar incluso bajar a la 1 y media)
Acerca del fina: Final: Bromita, nadie está muerto, menos los que han muerto por los incendios y seguro los que perecieron en accidentes, pero "nah" con ellos. Resulta que el éter no mataba, solo te daba una especie de catalepsia, así que todos volvieron a la vida sin recordar que había pasado.