Un triste ciprés

“Los pecados antiguos están cubiertos por espesos velos.”

La enfermera O'Brien sacudió la cabeza y sonrió al hombrecillo que estaba sentado frente a ella, al otro lado de la mesita de té.
Ella pensó :"Es un hombrecillo cómico, y sus ojos verdes son como los de un gato. ¡Y el doctor Lord dice que es un individuo inteligente!

Rápida, impulsivamente, la besó en una mejilla y salió del aposento. Hizo bien, quizá, en no volver la cabeza y ver el rostro de ella.

A los veintiún años, Mary Gerrard era una criatura encantadora, con la realidad de la rosa silvestre flotando a su alrededor como una aureola; poseía un cuello largo, como de cisne, y nacarado; sus cabellos, de color de oro, enmarcaban su cabeza exquisitamente modelada, cayendo en bucles que reflejaban la luz del sol. Sus ojos, de un color azul oscuro, chispeaban inteligentes