En ocasiones, he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma, modificando su tonalidad, como cuando al agua se le agrega vino.
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En ocasiones, he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma, modificando su tonalidad, como cuando al agua se le agrega vino.
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—Pues amo el suelo en que pone los pies, y el aire que le rodea, y todo lo que toca, y todas las palabras que pronuncia, y todo lo que mira, y todo lo que hace… ¡Le amo plenamente! Eso es todo.
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(…)pude comprobar que lo sucedido no había servido sino para aumentar su intimidad y para romper los diques de su timidez juvenil, hasta el punto que habían comprendido que no sólo eran amigos, sino que estaban enamorados.
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En un sitio así yo sería capaz hasta de creer en un amor eterno, y eso que he creído siempre imposible que una pasión dure más de un año.
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Propónte y esfuérzate en suavizar esas arrugas, levantar esos párpados sin temor y convertir esos demonios en dos ángeles que vean siempre amigos en dondequiera que no haya enemigos indudables.
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(…) él era manso como un cordero, si bien ello se debía a la costumbre de sufrir más que a una natural bondad.
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Un hombre sensato debe tener bastante compañía consigo mismo.
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No le dije jamás de palabra que la quería; pero si es verdad que los ojos hablan, por la expresión de los míos hubiera podido deducirse que yo estaba loco por ella. Cuando al fin lo notó, me dirigió la mirada más dulce que hubiera podido esperarse. ¿Qué hice yo entonces? Con vergüenza declaro que retrocedí, que me reconcentré en mí mismo como un caracol en su concha, que a cada mirada de la joven me alejaba más (...)
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Me parecía, instintivamente, que su reserva debía proceder de que era enemigo de dejar traslucir sus emociones. Debía de odiar y amar disimulándolo, y seguramente hubiera considerado como un impertinente a quien le amase o le odiase, a su vez.
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El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo, pero si desapareciera él y lo demás continuara igual, yo no podría vivir
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises