El malogrado

Thomas Benhard, un escritor al que siempre acompañó la polémica y en varios sentidos, por in lado, en relación al país donde vivió, Austria, con la que parece que tuvo una relación de amor y odio ya que siempre criticó su nacionalismo, pero además, en sus obras hace un furibundo análisis del mundo en el que le tocó vivir, siendo algunas de ellas secuestradas y por tanto, promotor de ciertos escándalos y querellas.

Autor de poesías, obras de teatro, siempre muy irónicas y de varias novelas que le valieron un gran reconocimiento y numerosos premios.

En El malogrado nos encontramos con tres amigos, el narrador, Wertheimer y Glenn Gould, tres personajes esenciales que en realidad la mejor característica que los define es que son absolutamente obsesivos , obsesión por la excelencia y la perfección, la diferencia entre ellos estriba en que poseen un talento musical desigual.

Los tres han estudiado música en Salzburgo, pero solo uno de ellos, que además es un pianista reconocido, se trata de Glenn Gould , conseguirá ser uno de los grandes.
En el libro parece que es el propio Glenn Gould el que está ocupando la portada con una de sus fotografías. (Al menos en la edición que yo tengo)

Aquí, hay que añadir que, a pesar de que sí se basa en este personaje real, un pianista importante y muy famoso, el personaje creado por Thomas Benhard no es fiel a la realidad , aunque también he de decir que sí era un tanto peculiar en sus rarezas.
En la novela, lo transforma en un excéntrico, obsesivo y maniático artista y en una exageración totalmente ridícula que parece ser característica esencial en nuestro escritor en todas sus novelas.

Llama la atención y es una incuestionable percepción que los tres personajes aquí reflejados son tremendamente autocríticos y también fuertemente autodestructivos.

De los tres, el narrador del que ni siquiera conocemos su nombre es el que nos obliga a mirar y descubrir esa admiración acompañada por la frustración cuando percibimos la genialidad en el otro. Y en esto se basa esta novela.

Respecto al título, es Gould quien bautiza a Wertheimer como “el malogrado” que conscientemente aceptará. Aunque malogrados serán, sin duda, los tres amigos.

El malogrado, recojo este título y lo dejo caer sobre la cabeza de los tres personajes, también del sobreviviente que narra esta obra, que nos dirige haca un lugar que vamos a comprender con dificultad, que se presenta tortuoso, difícil y reiterativo en el dolor y en el caos absoluto.

La obra señala con dedo acusador a cada uno de los personajes, no tiene la idea de salvar a ninguno de los tres.
Tras treinta años de vida en común, conociéndose, estudiando juntos, el uno indagando en las almas que cada uno de ellos arrastra llegan a la madurez, revestidos de una tacañería sentimental y emocional que los ahoga.

Loa tres son deudores de los celos, unos celos que nunca van a poder satisfacer su deuda. El clamoroso y mundano éxito de Glenn Gould aplasta sin miramientos a los otros dos personajes, sobre todo a Wertheimer, que tras escuchar al piano a Glenn Gould, Variaciones Goldberg de Bach, decide, roto de inferioridad creativa, dejar de tocar , asumiendo una clamorosa derrota a tal punto insoportable que terminará aconsejándole el suicidio.

Mejor futuro saldrá por las páginas de este libro para el narrador, al menos este anónimo musical, podrá narrar y narrará la historia de unos personajes sajados, cortados a tiras por ellos mismos, incapaces de salvarse, alejándose de todo el inútil dolor que los dominaba hasta ir acercándolos a un precipicio insondable y casi común.

Son personajes que empezaron a perderse seguramente demasiado pronto, siendo muy jóvenes , cuando aún no habían podido construir las resistencias suficientes para oponerse a una psique compleja que los iba a determinar para el resto de su vida.

Grandes aportes para la reflexión sobre los sentimientos provocados por la admiración, turbada por la genialidad.

“El segundo es el primero de los perdedores” (Ayrton Senna)

y aquel que puede llegar a vivir ese fracaso de la forma más cruel, añado yo. Este es el leitmotiv del libro, o uno de ellos, y recuerda mucho al conflicto Mozart-Salieri de la película Amadeus (aunque el libro es un año anterior a la película para mí es treinta años posterior).

Ello podía haberme influido negativamente: un tema que ya estaba bien tratado por la película, al que poco, pensaba, se podía añadir. Y si a eso le añadimos que es un drama en torno a un triángulo de personajes misántropos y elitistas, en el peor sentido de la palabra, y que nos llega por medio del discurso mental de un ser antipático que conforman una prosa incómoda, que por momentos me llegó a parecer torpe, la verdad, es que no parecía tener mucho futuro conmigo. Sin embargo he quedado fascinado y con ganas de más Bernhard, de mucho más.

El libro, junto a la película citada, me trajo a la mente otra novela que tenía olvidada -"La muerte del adversario", de Hans Keilson- que, de hecho, no me gustó demasiado, en buena parte porque me humilló en unas cuantas ocasiones en las que no entendí nada, pero que también reflexionaba en cierto modo acerca de esa felicidad que se extrae de la infelicidad y que es, en mi opinión, el tema fundamental de este libro. En su libro, Keilson intenta explicarnos el comportamiento, siempre muy chocante para mí, de los judíos ante la opresión nazi y venía a decir, o eso creo, algo así como que los seres humanos tenemos una necesidad perentoria de tener enemigos, bien para perseguirlos o bien para que nos persigan. Nuestro “malogrado” parecía necesitar a los dos.

En este sentido, contaba Keilson una leyenda que viene al pelo:

El Zar recibe como regalo una manada de alces. Estos son llevados a un paraje ideal, que, para su protección, es declarado parque natural. En un primer momento todo va bien, los alces se adaptan estupendamente a su nuevo hogar, pero pasado un tiempo los alces empiezan a morir uno a uno. Muchos expertos intentan explicar el enigma sin conseguirlo. Como último recurso llaman a un experto residente en el lugar del que proceden los alces. Tras meses de observación llega a una conclusión: los alces se mueren porque les faltan los lobos.

Bernhard en estado puro. “El Malogrado” es un soliloquio en primera persona sobre un hombre, cuyo nombre desconocemos en toda la obra, que tras el suicidio de su amigo reflexiona sobra la amistad de ambos, la amistad a tres, de hecho, junto con el genio del piano Glenn Gould, personaje real del que Bernhard se apropia para crear un relato potente, sólido sobre las relaciones humana pero también sobre el talento, la brillantez y el desamparo intrínseco a la genialidad.

Concéntrico, obsesivo, hipnótico, contradictorio como solo los seres humanos podemos serlo. Bernhard demuestra una vez más conocer como pocos la psique humana y sus debilidades y plasma esa sabiduría literariamente.

Un autor imprescindible si hablamos de narrativa europea del siglo XX. Se convertirá en un clásico ( si no lo es ya) por derecho propio. No es el mejor libro que le he leído de él y aún así merece solo elogios.