El sótano

Toledo. Antigua sala recreativa y de interrogatorios de la Santa Inquisición.

Octubre de 2023. Hora prima, por fastidiar.

Pasa Thomas, pasa, disculpa las tempranas horas de esta "reunión" y la curiosa decoración mobiliaria. Tranquilo, es todo vintage. Cosa de diseñadores.

Bueno en realidad no. Se le acusa, mi querido escritor, de pesado, insufrible y repetitivo hasta la desesperación. Doce veces las dos mismas palabras en un párrafo, es tortura, vejación y abuso hacia el lector.

- Por una vez, como se pone usted, señor inquisidor.

- ¡Todo el maldito libro! Dijo él, con un grito salpicado de saliva y los ojos inyectados en sangre.

- Es una técnica literaria.

- ¡¡Blasfemia!! Escribano, leed la acusación.

- Se le acusa acusadamente y acusadamente se le acusa, con la presente acusación que el presente, presenta, para acusar, acusadamente la acusación presente, del presente acusador de la acusada acusación.

- No he entendido nada.

- ¡¿Ah, noooo?! Así escribe usted, ¡¡hijo de Satanás!!

Novela autobiográfica, primera y última experiencia que tendré con el autor.
Esta es su condena y mi alivio.

Desgranado, no sin sufrimiento, el trabalenguas al que nos somete el tío Tom, uno se queda con cara de pocos amigos...

Nos habla de la decisión de un estudiante que abandona las clases para trabajar en un sótano, tienda de ultramarinos en la época de las cartillas de racionamiento.

Lo más preciso que tiene el texto es la descripción de la degradación del barrio más mísero de Salzburgo, dentro de la misera miseria, (mierda, todo se pega) que toda posguerra deja alrededor.

Con ella convergen reflexiones, vivencias y su pasión por la música con una prosa que dan ganas de depilarle a estirones los pelos de los huevecillos.

La repetición y la obsesión por remarcar con ella algunos conceptos no es cuestión baladí y hasta reconozco gran maestría en la técnica (¡blasfemoooo!) narrativa. Sin embargo, para mí, provocan la misma sensación que sentarte en un sillón de alfileres.

La obra tiene sentido en el sentido que el autor da sentido al sentido(maldito Bernhard) de su perorata. ¡¡Esto sí que es verborrea!!

Lo siento, no es para mí. No comulgo con este tipo de literatura donde la excentricidad en la fórmula elegida para escribir se antepone al texto en sí.

Para trabalenguas Gloria Fuertes, el resto...un buen compañero de siesta de pijama y orinal.

PD. Debo acostumbrarme a acostumbrar a algo nuevo para mi acostumbrada, por costumbre post data final acostumbrada. Mientras por costumbre, busco una costumbre nueva para acostumbrar...

¡¡¡¡¡No me diréis que no es insoportable por dios!!!!!

¡¡Al potro con él!!

“Ve a Jerusalem y marca la frente de los hombres que suspiran y lloran a causa de todas las abominaciones que allí ocurren… Mátalos a todos, a viejos y jóvenes, a doncellas, mujeres y niños, pero ni siquiera te acerques a los que llevan la marca.”

Lo primero que tienen que saber de Nat Turner es que no es lo mismo que un carro, aunque ambos sean bienes muebles susceptibles de venderse o alquilarse por horas. También es importante entender que Nat Turner, aun siendo negro, estaba dotado de libre albedrío y voluntad, de tal forma que, a diferencia del carro, las consecuencias de sus actos no eran responsabilidad de su amo y que, por tanto, podía ser juzgado por ellos. Y lo más importante, Nat Turner encabezó la rebelión más sangrienta de esclavos negros contra la esclavitud en EE.UU, una rebelión fracasada por la que fue juzgado y condenado a morir en la horca.

Sobre Las confesiones de Nat Turner también es conveniente que sepan que es una obra de ficción, ganadora del Premio Pulitzer de 1968, y que fue escrita a partir de las supuestas confesiones que el propio esclavo hizo a su abogado defensor Thomas Gray con la esperanza de ser liberado de las cadenas que le apretaban tobillos, muñecas y cuello y así hacer más llevaderos sus últimos días antes de ser ahorcado.

Y, por último, deben saber que leer “Las confesiones de Nat Turner” les va a enfrentar al reto de comprender por qué esta novela fue tan criticada y hasta tachada de racista.

Styron hace en su novela un ejercicio de reflexión en base a lo poco que se sabe de la vida de Turner con el fin de establecer una base de explicación plausible a algunos de los hechos que allí ocurrieron. ¿Por qué la matanza de 57 personas, incluidos niños y mujeres, muchos de ellos indefensos y asesinados en su propia cama? ¿Por qué Turner, quién dirigía la rebelión, solo se encargo de matar a una única persona? ¿Por qué esa persona fue precisamente una joven de 18 años? ¿Por qué su acción no se limitó a apropiarse de los medios que les permitieran huir hacia la libertad? ¿Por qué la rebelión fue tan poco apoyada entre los esclavos negros? ¿Por qué muchos de ellos defendieron las posesiones de sus amos blancos?

“Criados, obedeced a vuestros amos con todo temor, y obedeced no sólo a los amos buenos y amables, sino también a los perversos… cuantas faltas cometéis para con vuestros amos y amas, son faltas que cometéis contra el mismísimo Dios, quien en sus designios os ha dado estos amos y amas, y espera que os portéis para con ellos de igual manera que os portaríais para Él mismo.”

Por mi parte, solo puedo entender las críticas en virtud de la sacralidad que llegan a alcanzar los mitos, los símbolos, de una lucha por lo demás justa y necesaria. Solo desde esa perspectiva cuasi religiosa puede entenderse que alguien como Nate Parker, director de El nacimiento de una nación, otra visión de los mismos hechos narrados en la obra de Styron, pueda llegar a ver en el personaje de la novela a “un lunático sexualmente perturbado cuya única motivación dependía de sus lujurias incontrolables para las mujeres blancas, y un rebelde que carecía de un verdadero propósito o inteligencia.”

Y solo partiendo de esta indignación por las argumentadas dudas que plantea Styron sobre la figura tradicional de un Turner viril, dominante y valiente, puede explicarse que se cuestione la capacidad de un blanco para entender lo que supuso la esclavitud; solo en ese contexto puede enmarcarse las críticas al recurso de dotar de voz literaria a un personaje que claramente no debería poder expresarse como aquí lo hace; solo con esa perspectiva alguien puede encontrar aberrante poner en la boca de un esclavo el desprecio indignado por muchos de sus compañeros de infortunio (“Apalead a un negro, matadlo de hambre, dejad que se revuelque en sus propios excrementos, y este negro será vuestro hasta el fin de sus días.”), que pueda uno asombrarse de que no se produjeran más rebeliones, que se denuncie la docilidad de muchos de ellos ante su opresión, que se observe lo interiorizada que tenían su situación de esclavitud.

Críticas que, bajo mi criterio, tienen tan poca base como las que desde el otro lado se le hace a Styron de excusar la matanza.

Lean la novela, una gran novela, y si encuentran motivos de crítica los discutimos.