El arte de engañar al karma

Qué pena, Eloy. Con lo guapo que eres. Con lo jodida y absolutamente guapo que eres...¿cómo es posible que en un castillo tan hermoso habite un rey tan feo?

No sé si creo en la felicidad, en la felicidad plena, inconsciente y sin límites, a la que nos enseñan a aspirar. Pero sí creo en la infelicidad como algo humanamente muy sencillo de conseguir, solo necesitas querer contentar a todo el mundo. Y ahí lo tienes: infeliz de por vida. Y venimos sin billete de vuelta.

Cuanto más nos cuesta alcanzar algo, más lo valoramos.

Por malo que te parezca un día, solo tiene veinticuatro horas y el sol volverá a salir.

Así es el amor. Nunca aparece cuando toca, cuando estás preparado, cuando vas a saber hacer con él lo que merece. Sencillamente… llega.

Su sonrisa pequeñita me atravesó con la fuerza con la que lo hubiera hecho una lanza, pero sonreí, porque no dolía.

- No es que crea en las medias naranjas, pero...-
- Pero te seduce la idea de alma gemela ¿no? Pues déjame decirte algo..., hay cientos de personas para nosotros. Estamos hechos de demasiados colores como para que solo encajemos con uno en concreto. Y, además, cualquier querer, por breve que sea, es querer. Y vale la pena.

Amaba ser tu día preferido de la semana y ahora..., ahora solo me estorba el recuerdo de haberlo sido.

Hace ya mucho insomnio que aprendí que si nunca tuviste es más complicado echar de menos.

Tengo miedo de no tenerte nunca más encima o debajo, pero dentro al fin y al cabo.