Las olas del tiempo perdido

Sandra Barneda, finalista del Premio Planeta 2020 con Un océano para
llegar a ti, logra equilibrar la narración con lúcidas reflexiones sobre la
vida, el amor y el dolor que conquistarán a los lectores. Escrita con una
prosa ágil y luminosa, este relato nos atrapa desde la primera página
trasladándonos a un territorio conocido, el de los recuerdos y las ilusiones compartidas durante los veranos de la infancia, pero también a la
entrada a la madurez y las huellas que siempre deja el paso del tiempo.
La narración de Las olas del tiempo perdido transita entre el presente y el pasado, mostrando un friso de personajes que buscarán reconciliarse en un entorno con el mar Cantábrico de fondo. Esas olas a las que alude la autora en el título tienen un componente simbólico al principio y al final de la obra y, como la fuerza de la naturaleza, la lectura nos hará ir y venir con un ritmo que incrementará la tensión mientras se resuelven los conflictos planteados.
Además, la autora construye de nuevo personajes con trazos realistas y muy particulares, tan humanos que fácilmente podremos empatizar con sus emociones y deseos. de forma directa nos instala en la atmósfera interior de todos ellos evocando sus sueños y frustraciones, y también nos hace viajar hasta muchos de los rincones de Ajo, como la playa de
Somo, y los Picos de Europa. Un entorno que también tiene su protagonismo en la obra. Como en sus anteriores libros, Sandra Barneda vuelve a tocar el alma de los lectores al recrear un universo narrativo brillante en los detalles.
Así, la autora rinde homenaje a aquellos juegos infantiles vividos por
todos, aquellas canciones que disparan nuestros recuerdos o las películas que nos emocionaban abriéndonos a un mundo en el que todo era
posible. Esos guiños nos conectarán, una y otra vez, con esta hermosa
historia destinada a explorar, inevitablemente, nuestra memoria.

Hoy os traigo, en colaboración con Stageandscreen y gracias a Editorial Planeta, la reseña de la última novela de Sandra Barneda, “Las olas del tiempo perdido”. Una lectura que nos traslada a los veranos de la niñez, recordándonos a través de una bonita historia, donde reside el auténtico valor de la amistad.

En sí es una novela muy tierna, que nos habla del reencuentro de cinco amigos de la infancia, en aquel pueblo de la costa cántabra, al que solían acudir cada verano y donde muchos años atrás construyeron su amistad. Una amistad que prometía ser eterna y quedo relegada al olvido tras la muerte de Adrián, el más pequeño de la tribu.

Veintiún años después del trágico incidente, su hermana Belén, es una afamada psiquiatra de semblante frío y triste, que se refugia en una vida marcada por el triunfo, la de la Doctora Collet. Hasta el día en el que sufre otro revés inesperado y decide soltar las riendas. Lleva demasiados años mirando hacia delante y obligándose al abandono de lo vivido. Quizás sea el momento de reunirlos a todos, de sanar, de recuperar, rememorando lo que todos quisieron olvidar.

Un reencuentro inesperado al que acuden Diego, Lucía, Martín y también Sebas, acompañados de sus respectivas parejas, bajo la inocente promesa de celebrar el cuarenta cumpleaños de Adrián. A ninguno de ellos les gusta la idea de volver a encontrarse y pasar cuatro días juntos, desde que marchó aquel que era el alma del grupo, nada volvió a ser lo mismo. Aun así, y llevados por el deseo de cumplir con la promesa que le hicieron en su funeral, todos accederán a la petición, acudiendo a la celebración que Belén ha organizado en su honor.

“Nade quiere ver qué hay debajo de una lápida, de una vida enterrada”

De este modo, avanzaremos a paso lento por un extenso mar de emociones, palpando ese miedo que sienten todos a retomar una amistad que les llego al corazón y les causo un tremendo dolor. Sumergiéndonos de lleno en una novela muy coral, en la que las historias personales, sumadas a las dispares personalidades y las redecillas pendientes, harán que sea inevitable que surjan los conflictos. Así transcurrirá gran parte del libro, entre la calma y la tormenta; entre los deseos de salir huyendo y los de conseguir despertar aquel vínculo que durante tantos años los había mantenido unidos.

Cuatro días de convivencia que parecen alargarse, y en los que quizás echéis en falta algo más de dinamismo, especialmente en la primera mitad del libro; en la que cada personaje nos llega con su bagaje emocional para entremezclarse con el de los demás. Por lo que os recomendaría que no tengáis prisa, ya que es una lectura que precisa ser descubierta al ritmo que su autora nos va marcando. A través de una narración en la que se alterna el tiempo presente con el pasado, permitiéndonos conocer los entresijos en las vidas de los protagonistas, así como desempolvar todos aquellos secretos que durante tantos años se empeñaron en ocultar. Siendo quizás la subtrama que gira en torno al personaje de Hugo, la que consiguió despertar mayormente mi curiosidad, dándole esa dosis de tensión e intriga que me fue tan necesaria para engancharme a la trama.

Más allá del misterio que suscitan las tramas que giran en torno a las historias personales, los encuentros y las disputas entre los protagonistas; debemos tener presente que estamos ante una historia llena de sentimiento y de nostalgia, de las que te hacen pensar y rememorar aquellas amistades de juventud. Para mí, ha sido especialmente emocionante, el poder adentrarme en una historia que ha conseguido evocar todas aquellas vivencias, juegos, canciones y películas con las que crecimos todo una generación. En compañía de unos personajes tan creíbles y reales, con los que he logrado empatizar con una gran facilidad. Acompañándolos en una ruta de convivencia que me ha permitido volver a disfrutar de algunos de los rincones más hermosos y pintorescos de Cantabria.

En definitiva, es una novela de prosa sencilla en la que se nos habla de esa nostalgia evocadora de los primeros veranos, de aquellas amistades de juventud y del poder de pertenecer a una tribu. Una historia llena de sentimiento que se digiere a paso lento, a la vez que nos invita a reflexionar y transitar por nuestros recuerdos. Una lectura especialmente recomendada, para aquellos que deseen disfrutar de una bonita historia que les haga pensar y rememorar.
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“Eran cómplices de aventuras. Como Los Cinco, esas novelas juveniles de unos amigos inseparables. Lo fueron hasta que un segundo lo cambió todo”

¿Quién no leyó de pequeño alguna de las historias de Los Cinco? ¿Quién no sea sintió alguna vez parte de ese grupo de amigos, como si fuese uno más en sus múltiples aventuras? Solo por los recuerdos que esas primeras frases de la sinopsis me evocaron, supe que la lectura de “Las olas del tiempo perdido” iba a merecer la pena.

Eran inseparables hasta que un accidente de tráfico y la muerte del benjamín del grupo les separó. Ahora, veintiún años después, se reencontrarán para celebrar el cuarenta cumpleaños de un muerto. El tiempo les ha convertido en desconocidos, por lo que su reencuentro les obligará a redescubrirse, comprobando que, a pesar de lo que les separa, la amistad puede perdurar.

“Las olas del tiempo perdido” te traslada a la infancia, haciéndote rememorar esos veranos de la niñez, cuando todo era más fácil, esos juegos y vivencias que ahora parecen tan lejanos, ese tiempo en el que pertenecer a un grupo era sinónimo de amistades que durarían para siempre.

Pero el paso del tiempo puede hacer que esas amistades que de niños parecían inquebrantables, se resquebrajen, ya que esos niños crecen y se convierten en adultos que poco o nada tienen que ver con los niños que fueron, y todo aquello que en su momento les unió es ahora un eco lejano.

Partiendo de esa premisa, “Las olas del tiempo perdido” presenta una historia de amistad y reencuentros llena de sentimiento y emoción, con momentos que te harán reflexionar acerca de cómo en ocasiones debemos tratar de volver a ser, aunque solo sea por unas horas, esos niños que fuimos, para intentar recuperar aquello que nos unía.

Todos los personajes de la novela son imperfectos, están repletos de miedos, defectos e inseguridades, resultando antipáticos en ocasiones, pero es todo eso lo que hace que se sienten tan reales. Me ha gustado cómo muestra las diferentes formas que tienen unos y otros de enfrentarse a ese reencuentro y a un pasado no resuelto; cómo una pérdida inesperada les hizo alejarse, quedando esas heridas abiertas debido al silencio y la falta de comunicación; y cómo ese reencuentro años más tarde les dará la oportunidad de redescubrirse a través de los ojos de los demás.

Esta ha sido mi primera novela de Sandra Barneda y me han sorprendido muy gratamente tanto su pluma como el estilo narrativo, que te envuelven como las olas del mar del título.

“Las olas del tiempo perdido” es una historia acerca de la amistad, la nostalgia, nostalgia de la infancia, de aquello que fuimos y de ese tiempo perdido que nos recuerda la necesidad de decir todo aquello que sentimos antes de que sea demasiado tarde, no permitiendo que el peso de la culpa y el silencio arruinen aquello que pudo ser y no dejamos que fuese.

¡Qué difícil poner en palabras el viaje emocional que me he pegado con “Las olas del tiempo perdido” de Sandra Barneda!
Comencé la lectura abrumada por la incomodidad que desprenden los protagonistas y la propia situación, incluso llegué a pensar que no era momento para seguir con ello porque me sobrepasaba, pero seguí
y ha sido como colarse en una psicoterapia ajena y vivirla a la par que los personajes.
Cualquiera que haya pasado por la consulta de un psicólogo sabe la clase de montaña rusa que implica el proceso de mejora y me parece increíble que la autora haya logrado que sienta como propio todo ese camino que transitan protagonistas y secundarios.
Creo que hasta he llegado a soltar varios nudos propios entre tanta lágrima…
Sin duda, me quedo con esa calma final que supone dar voz a los problemas para poder sanar y seguir adelante con el corazón más ligero.

¿Puede volver una amistad después de más de veinte años separados?

Un grupo de amigos del pasado reciben una carta de invitación para celebrar durante 4 días el 40 cumpleaños de su amigo fallecido. Eran un grupo de amigos inseparables, cómplices de aventuras, romcances y secretos hasta que todo cambió, la muerte de Adrian. Han pasado 21 años des de entonces, no han vuelto a verse ni a hablar entre ellos, se han comvertido en desconocidos, con recuerdos en común.

En estos cuatro días juntos descubriran muchas verdades, muchos secretos y muchas mentiras que han estado guardando durante tanto tiempo.

Como todos los libros que he leído la autora, es un libro que te deja con los sentimientos a flor de piel. Es un libro lleno de todo tipo de sentimientos, cariño, odio... Tiene unos personajes muy bien construidos que me han encantado.

Copiaré dos frases de la sinopsis que no pueden describir mejor el libro:

❤ "El dolor, como el amor, es una fiera indomable que araña y sana a partes iguales"
❤ "[...] pasar cuatro días juntos para redescubrirse y comprobar que más allá de la muerte, más allá del dolor, está la vida y esa amistad que les pertenece y ha dado valor a su supervivencia"