Una vez conocí a un niño que metió tantas moscas en un tarro que no tenían sitio ni para morir.
|
Una vez conocí a un niño que metió tantas moscas en un tarro que no tenían sitio ni para morir.
|
A veces, nuestros temores más profundos son los que llevamos más cerca del corazón
|
Ha clavado cruces entre los espejos, casi cincuenta. Algunas tienen la imagen de Cristo, mientras que otras son poco más que unas ramas que ha cogido del suelo, ha clavado y ha bendecido él mismo. Continuó con las cruces por el suelo, primero con un trozo de tiza, después raspándolas directamente sobre la piedra con la punta del cuchillo de caza hasta que no quedó superficie libre.
|
–[...]. Mi querida, mi dulce hermana, cuando nos viste en la lluvia la otra noche, cuando la viste beber de mi sangre y a mí beber de la suya... no fue sino una de tantas veces. A lo largo de los años me ha visitado en más ocasiones de las que soy capaz de contar. Es su sangre lo que mantiene a raya mi enfermedad.
|
Hablar con él, en realidad, es en cierto modo como conversar con una biblioteca con forma humana.
|
Comprendía la facilidad con que te podía engullir un problema y aislarte del resto del mundo hasta que fuese como si no existiese nada más.
|
Cerré los ojos con la esperanza de hallar la acogedora sepultura del sueño.
|
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.