Lady Susan

Hay algo muy placentero en los sentimientos tan fáciles de manejar. No quiere esto decir que los envidie; por nada del mundo me gustaría tenerlos, pero resultan muy convenientes cuando lo que se busca es influir en las pasiones de otra persona.

Por muy humilde que se muestre ahora, no puedo perdonarle ese momento de extrema arrogancia, y pienso si debería castigarlo rechazándolo inmediatamente después de la reconciliación o casándome con él para hacerle la vida imposible.

Jamás he visto que el consejo de una hermana impida a un joven enamorarse si así lo desea.

En pocas palabras cuando una persona vive engañando a los demás, es imposible que todas sus ideas y opiniones resulten consecuentes.

Estoy cansada de someter mi voluntad a los caprichos de los demás, dejando a un lado mi buen juicio por unas personas a las que no debo nada y por las que no siento el menor respeto

Resulta un placer exquisito dominar un espíritu insolente, hacer que reconozca tu superioridad un individuo predispuesto en contra tuya.

Cuando el orgullo y la estupidez van unidos no hay disimulo que valga.

Proporcionan un exquisito placer someter a un espíritu insolente y hacer que una persona predispuesta a aborrecerte acepte tu superioridad.

A pesar de que no he sido considerada una buena madre, mi conducta fue dictada por el sagrado impulso del amor maternal, pues sólo buscaba el bien de mi hija; y si ésta no fuera la joven más necia de la tierra, habría visto premiados mis esfuerzos.