Aquí dio fin Orlando a su paciencia, y gritó: - ¡Fanfarrón, sucio embustero! ¿Cuándo y en qué lugar has coincidido conmigo y me has vencido con tus armas? El paladín por quien te vanaglorias soy yo y aquí me tienes. Dime ahora si me quitas el yelmo o si yo valgo para dejarte todo desarmado. |